Capítulo 11

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 Sus labios eran suaves y calientes, me besaba con avidez, anhelo, voracidad y pasión. Nunca nadie me había besado de esta forma; este beso era tan apasionado, pero a su vez, era tierno.

Sus besos no se comparaban en nada con los que me daba Daniel cuando solíamos vernos a escondidas. Estos besos eran pasionales, se notaba que ambos realmente queríamos besarnos en este momento. Su lengua delineó mis labios pidiéndome más acceso y, sin pensarlo mucho, se lo concedí. Su lengua exploraba toda mi cavidad bucal.

Solté las bolsas y enredé mis brazos en su cuello; él envolvió sus manos en mi cintura para apegarme más a su cuerpo, si es que eso era posible. Le quité la liga que sostenía su coleta para así, dejar que mis dedos exploraran los mechones de su cabello sintiendo su textura. U manos derecha bajó por mi cintura y se posó en mi trasero. Luego de unos minutos, nos separamos por falta de oxígeno.

Solté varias exhalaciones tratando de regular mi errática respiración, con el rostro sonrojado y los labios hinchados contemplé a Gabriel que parecía estar igual que yo.

—Eres tan hermosa cuando estás sonrojada—. Gabriel unió nuestras frentes. Los dos intentábamos normalizar nuestras respiraciones.

—¿A qué se debe todo esto? —Le pregunté de nuevo.

—Ya te lo dije. Desde que te vi no he podido sacarte de mi cabeza. Me atraes y más de lo que puedes imaginar. No voy a parar hasta que lo comprendas—Me respondió besándome de nuevo. Luego de unos segundos nos separamos a regañadientes y recogimos las bolsas que cayeron al piso mientras nos besábamos. No sabía que responder y Gabriel lo percibió—. Será mejor que volvamos, creo que Sasha y Jasón deben de estar esperándonos desde hace un buen rato—. Asentí en confirmación y emprendimos marcha de regreso al dormitorio.

Estaba tan confundida por su beso, tan excitada, emocionada y a la vez asustada. Nunca había sentido algo así solo con el toque de una persona.

Gabriel sería mi perdición, podía notarlo desde ya...

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—Les tomó como 1.000 años ir y volver de la tienda—Se quejó Sasha, dándome una mala mirada como si eso fuese mi culpa—. Pensamos que los habían secuestrado o algo así.

Hace unos minutos que llegamos y cuando abrí la puerta, la expresión de Jasón fue de alivio, como si estuviera esperando nuestra llegada con mucho anhelo. No lo culpo, Sasha es algo latosa.

Lo ocurrido hace algunos minutos aún rondaba en mi mente. Cuando nos separamos y recogimos las bolsas con las compras, Gabriel tomó mi mano y no la soltó hasta que llegamos al dormitorio. No hablamos más en todo el trayecto, pero no se sintió incómodo el silencio.

Sentir su mano con la mía se sentía bien, se sentía tan correcto.

Me sentía tan tonta por pensar esas cosas.

—Ya era hora de que llegaran, ya estaba considerando la opción de convertirme en antropófago—Se quejó dramáticamente Jasón acercándose a mí, para así quedar a mi lado—. Aunque no sería nada mal hacer desaparecer a cierta rubia oxigenada, tediosa y narcisista—Esto último lo susurró para que solo lo escucháramos nosotros dos. Solté una risita que pretendía ser suave, pero salió más como una carcajada estrepitosa.

¿Los chicos las prefieren delgadas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora