Capítulo 19 - Parte 1

3.4K 266 8
                                    


Trevelyan me miró unos segundos.

—¿Violet? —cuestionó él, igual de incrédulo que yo.

—¿Qué haces aquí? —solté de golpe.

Trevelyan sonrió.

—Hola, Trevelyan, ¿cómo estás? Bien, ¿y tú, Violet? Es un placer volver a verte —dijo sarcástico, tratando de imitar mi voz.

—Yo no hablo así —rodeé los ojos con una sonrisa en el rostro; esa fue una pésima imitación de mi voz—. Lo siento, es que es sorprendente encontrarte aquí y, a decir verdad, es algo raro.

—Lo mismo opino. Pensé que vivías en Nueva York.

—Y lo hago, pero no nací allá; me mudé hace poco para ir a la universidad. Soy originaria de Portland —la comprensión fue obvia en su expresión. Reí ante aquello—. ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces aquí?

—Yo no nací aquí, ni nada por el estilo. Un amigo sí es de aquí y me invitó a pasar una temporada con él y su familia. Como no conocía Portland, acepté encantado.

—Genial, espero que te esté gustando la ciudad.

—Lo está. Portland tiene sus lugares hermosos y entretenidos. Gracias a los padres de mi amigo y a mi amigo, he conocido muchos sitios.

—Estupendo, me alegra que la estés pasando bien —le sonreí—. ¿Cuánto llevas aquí?

—Una semana.

Una pareja, muy ebrios como para notar nuestra existencia, comenzó a besarse como si su vida dependiera de eso.

Miré a Trevelyan y él me observó a mí. Su rostro tenía una mueca de desagrado muy notoria. Solté una carcajada que la pareja ignoró, ocupados como estaban metiéndose mano.

—¿Te parece si vamos a conversar a otro lado? Creo que esos dos —los señalé— no pararán ahora y no quiero quedarme a comprobarlo.

Trevelyan asintió con tanta fuerza que parecía que su cuello se iba a romper, sus mejillas estaban sonrojadas.

—Dios sí, no quiero ser considerado un voyerista o algo parecido.

Sin más que decir, caminamos a paso rápido, esquivando a varias personas en el intento de llegar al jardín trasero, que estaba despejado.

Ya allí, nos sentamos en una banca que la señora James hizo poner el verano pasado.

—La última vez que nos vimos no pudimos conversar mucho —dijo Trevelyan, rompiendo el silencio.

Hacía frío, pero no mucho. El cielo estaba lleno de estrellas y la luna llena estaba en su punto máximo.

—Cierto, apenas y pudimos intercambiar unas cuantas palabras —observé la luna por unos segundos y luego regresé mi vista a Trevelyan.

—Lo sé, ese día te fuiste muy rápido junto a Gabriel. Pero bueno, hoy sí podemos hacerlo.

—Bien —accedí—. ¿Qué haces con tu vida ahora mismo? ¿Eres estudiante o trabajas? —le realicé la pregunta para romper el hielo.

—Estudio y, en mis tiempos libres, trabajo un poco con mi padre.

—¿Qué estudias?

—Cine y Medios Audiovisuales. ¿Qué hay de ti?

—Estudio Psicología —lo miré—. ¿Dónde naciste? No pareces ser neoyorquino.

—Soy de Denver. Tuve que mudarme a Nueva York cuando mi madre murió.

¿Los chicos las prefieren delgadas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora