Capítulo 5

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Deambulé sin rumbo durante varias horas con tan solo la compañía de mi teléfono y mis auriculares. Agotada de caminar, me senté en una banca y contemplé el paisaje. No muchas personas caminaban por aquí ahora mismo, cosa entendible ya que era muy temprano.

Me agradaba lo tranquilo y relajante que se sentía estar en este lugar, rodeada de árboles con hojas cafés, viendo al sol ponerse en lo más alto del cielo. Cerré mis ojos por un momento, dejándome llevar por la melodía de la música.

Las promesas que me hice a mí misma antes de llegar aquí pasaron por mi mente. Recordé el momento en que me paré frente al espejo del cuarto de baño de mi habitación y me dije con toda la convicción posible que estudiaría, que sería alguien importante, que sería independiente y forjaría mi futuro. Aunque había pasado toda mi vida queriendo ser otra persona, verme de otra forma y deseando ser delgada, me había dado cuenta de que también me merecía encontrar a alguien que me amase sin importar cómo me viera, y que sería capaz de hacer amigos que me valoraran por lo que soy como persona y no por cómo me veo en el exterior.

Para algunos quizás esas metas son muy estúpidas, pero para mí era lo que me lo que me impulsó a alejarme tantos kilómetros de mi familia y empezar sola, en un sitio desconocido y desde cero.

Alguien se sentó junto a mí. No quise abrir los ojos para ver quién era la persona que me alejó de mis pensamientos.

—Hola—. Una chica con voz suave me saludó.

—Hola—. Respondí abriendo mis ojos y girando mi cabeza para ver a quién le pertenecía esa voz.

A mi lado se encontraba una chica de baja estatura que vestía un holgado suéter de color negro, unos jeans algo desteñidos y usaba unos converse negros. Sus ojos eran de color grisáceo, ocultos por los lentes de unas gafas de montura gruesa, su cabello algo rojizo resaltaba contra su piel blanca y algo pecosa.

Sonreí, la chica parecía ser agradable.

—Lamento molestarte, es solo que te vi aquí sola y pensé que necesitabas compañía—Explicó ella algo tímida—. Si te molesta que esté aquí, puedo irme—. Agregó. Tal vez pensó que iba a gritarla o tratarla mal por acercarse a mí.

Le dediqué una sonrisa confortadora.

—Eres muy amable. En realidad, no conozco a nadie en este lugar, soy nueva, llegué hace algunos días—Le comenté—. Mi nombre es Violet ¿tú cómo te llamas?

Ella me devolvió la sonrisa, su cara se iluminó.

—Mi nombre es Nathaly es un gusto conocerte.

—Es un placer conocerte-. Le dije

—El placer es mío—Dijo ella sonriendo—

¿Cuántos años tienes?

—18 ¿y tú?

— 19. —Respondió.

Sonreí, la chica ya me agradaba.

...




La mañana se fue muy rápida estando junto a Nathaly, nos la pasamos conversando sobre muchas cosas que teníamos en común, nos parecíamos en muchos ámbitos.

Gracias a nuestra conversación descubrí que Nathaly estaba en su segundo año de medicina, ella decidió estudiarla puesto que, le encantaba ayudar a las personas desde que es muy pequeña y que mejor manera de hacerlo que esa.

Es originaria de Filadelfia, sin embargo, cuando era una niña de tan solo 5 años, sus padres murieron en un trágico accidente de auto, seis meses después, una agradable pareja de médicos que no podía tener hijos la adopto y e tuvo que mudar a Utah donde vivió gran parte de su vida. Una trágica historia con un final feliz.

¿Los chicos las prefieren delgadas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora