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𝙽𝚘𝚟𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚏𝚕𝚘𝚛𝚎𝚜
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Sus manos recorrían suavemente la tela de su traje negro, el cual acababa de colocarse. Se observaba en el espejo repetidas veces y su ego no podía dejar de elevarse al ser consciente de lo bien que se veía, vestido de negro, con cabello desordenado e impecable a la vez, con su aroma varonil y sus fuertes bíceps marcándose por debajo de las prendas.Y si, Jungkook manejaba un ego tan grande que nisiquiera él mismo podía con el, incluso si hubiera sido gay seguramente se hubiese enamorado de si mismo. O al menos así lo pensaba cada día.
Terminó de colocarse una chaqueta negra por encima de la camisa y enseguida salió de su cuarto para ir prácticamente corriendo hacia el de Lisa.
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Lisa terminó de retocar su rostro con un poco de polvo, sus belfos y mofletes rosas le daban una apariencia increíblemente adorable pero ella opto por pintar sus labios de un color rojo oscuro.
Llevaba puesto una falda de cuero roja, una elegante y sencilla blusa negra arriba, y botas largas con taco de punta fina en sus pies. Su cabello rubio estaba suelto pero ordenado y su rostro de muñeca resaltaba entre cualquiera.
Se veía impecable.
Antes de escuchar a Jungkook tocar su puerta, se tomó una descuidada foto en su espejo, echándose una esencia de fresa en su cuello y salió a abrir esta.
---¿Lista para bajar galletita danesa?--- él estaba apoyado en el marco de la puerta, sus ojos llenos de lujuria recorrieron minuciosamente toda la estructura de la rubia, quien con tan solo mostrar una sonrisa conseguía conquistarlo más cada día.--- te ves realmente...-
---Increíble, lo sé. --- interrumpió socarronamente, cerrando la puerta de su habitación en el acto.
----¿Y luego yo soy egocéntrico?-- enarcó una ceja.
--- Exactamente.-- rió bajito y enseguida dirigió sus ojos hacia el pelinegro, para examinarlo de pies a cabeza.-- Amo como se te ve el negro..---
----¿Hay algo que no ames de mi?--
---Tu increíblemente elevado ego.--
---Pero si eres igual.--
---Pero no siempre, además yo--
Pero fue interrumpida en el momento que este tomó rápida y desesperadamente su pequeño rostro entre sus grandes manos, para estampar sus labios contra los suyos.
Últimamente se había acostumbrado tanto a la rubia, que no había momento en el cual no quisiera deleitarse con el sabor a cereza tan único de los labios de su novia, quien tan solo cerraba los ojos y se dejaba llevar por el momento, por la vida de película que Jungkook le proporcionaba.