Diecisiete

1.2K 134 47
                                    

17 | Humo y espejos.

La vida parecía volverse un poco más gentil con Darling Charming. No quería confiarse mucho, claro, un guerrero nunca baja la guardia.
Pero solo por esa ocasión, necesitaba permitirse a sí misma no ser un guerrero, aunque fuera por una vez, quería ser solo una chica.

Apenas era lunes por la mañana, y ya estaba comenzando a planear el resto de su vida, o al menos las próximas semanas de su vida.
Clases por la mañana, entrenamiento por la tarde, visitar a Apple en las noches, salir con Apple el fin de semana, quizá leer algún libro interesante en sus ratos libres, y cualquier cosa que surgiera en medio de las anteriores.

No había sentido tanta paz en meses.

Se giró a su derecha, topándose con el rostro de Apple, aún dormida a su lado. La rubia casi siempre era la última en despertarse, pero no le molestaba para nada. Solo le preocupaba que la atrapara mirando su rostro somnoliento. Incluso cuando la princesa ya le había dejado en claro que tal cosa le parecía adorable, Darling seguía pensando que era incómodo que la atrapara mirando.

Su nariz se movió, como si estuviera teniendo un buen sueño, y sus labios formándose en una sonrisa inconsciente se lo confirmaron.

Por más que quisiera quedarse junto a ella en la cama, lo mejor era levantarse, la rubia tardaba mucho en la ducha, así que era casi obligatorio bañarse antes de que ella se despertara.

Darling era todo lo contrario, se duchaba con agua templada, casi fría, rápido, eficaz. Apple era más meticulosa, le gustaban las bañeras llenas de burbujas, y las velas aromáticas.

Camino al baño, la gran caja de regalo abierta que se posaba en medio de la habitación llamó su atención. No había sido un sueño. Snow realmente le regaló una hermosa armadura, e hizo que la llevaran al dormitorio de Apple. Sí, la armadura de Darling, en el dormitorio de Apple.

Al principio pensó en preocuparse por su pequeño secreto a voces, pero abandonó la idea. Contrario a lo que su hija creía, Snow no era una persona tan terrible después de todo, o eso era lo que Darling quería creer, fin de la discusión.

—Te dije que me despertaras temprano. —musitó la rubia, aún atontada por el sueño.

—Pero te veías muy linda durmiendo.

La princesa sonrió y volvió a acostarse en la cama.

—Bueno, quizás cinco minutos de sueño más no hagan daño, todavía es temprano.

Sé quedó dormitando un rato, o más bien medio despierta y medio dormida, pues cuando escuchó que el sonido de la ducha se detuvo, decidió levantarse.

—Tienes entrenamiento hoy, ¿verdad?

—Sí, después de las clases, tres horas, luego tengo el resto de la tarde libre —contestó Darling, apenas secando su cabello con una toalla—. Tú tienes que ordenar papeleo para el consejo estudiantil, ¿no?

—Sí, casi siempre nos encargamos de eso a las cinco o seis —recordó, la princesa tenía un horario bastante estricto en cuanto a sus actividades—. Pero quería hablar de otra cosa.

La caballero la miró atenta, en espera de que continuara con lo que tuviera que decir.

—Estaba pensando —comenzó Apple—, deberíamos de investigar un poco más sobre el escape de la reina malvada. Le prometí a Raven que le ayudaría.

Darling tenía en mente una cita, pero resolver un misterio juntas sonaba como una idea prometedora.

—Raven está muy preocupada por todo el asunto de su madre —continuó la rubia—. ¿Nos vemos en la biblioteca después de tus entrenamientos?

I may not be a prince | DarppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora