Ocho

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08 | Encuentro.

Cuando ya no pudo más, se puso en cuclillas bajo la sombra de un roble, y escondió la cabeza entre sus rodillas. Se había adentrado tanto en la espesura del bosque que todo se veía oscuro, o quizá había pasado demasiado tiempo corriendo, y ya había anochecido, pero eso era menos probable.

Seguía con la respiración agitada, porque, aunque tenía buena condición física, nadie podía inmutarse tras correr tanto.

Había derramado todas las lágrimas que tenía que derramar, y probablemente en sus mejillas había una larga línea negra causada por la máscara de pestañas que se corrió con su llanto, debía de ser un desastre ahora, pero honestamente, ya no le importaba. Estar en al aire libre le daba cierta sensación de paz, porque por fin podía descansar de los murmullos en el pasillo, pues el único sonido que llenaba sus oídos ahí, era el de el cantar de los pájaros. Siempre le gustó mucho la naturaleza, trepar árboles, jugar en la tierra, tal vez esa era la razón por la que el estar ahíla calmaba.

No tenía ganas de pensar en nada, porque entre más meditaba la situación, más mal se sentía. Y creía que había sido una idiota por pensar que sí ignoraba todo, simplemente pasaría y podría continuar con su vida tal y como había sido hasta antes de ese beso.

¿Realmente se arrepentía de ese beso? A veces, tal vez, la mayoría del tiempo, en ese momento, por ejemplo, lo hacía.

Pero había otras ocasiones en que si cerraba sus ojos aún creía recordar el tacto de los labios de la princesa. Un recuerdo difuso y borroso, como si fuera algo muy lejano, a pesar de haber ocurrido hace no mucho.

Incluso si su única intención fue despertarla, las noches de insomnio le dejaban tiempo de sobra para pensar en la rubia. A veces se preguntaba qué pensaría Apple de ella, e incluso entonces, al estar inmersa en la espesura del bosque se encontró a sí misma reflexionando sobre qué sentía Apple respecto a los eventos del día anterior, cuando sus miradas chocaron en el pasillo y Apple escapó.

Definitivamente sentía algo, una cosa que no podía describir adecuadamente, quizá y era amor, pero ella era muy joven e inexperta para saberlo a ciencia cierta, porque incluso si llevaba toda la vida leyendo novelas de romance, eso no la preparó para lidiar con un enamoramiento real, y era por eso mismo (y por un sin fin más de razones) que toda la situación con Apple la confundía ¿Cómo podía saber si realmente estaba enamorada de la princesa si nunca antes había estado enamorada?

Pasaron unos treinta minutos, o quizá unas tres horas, tal vez incluso fueron tan sólo 10 minutos, puesto que para ella era como si el tiempo no estuviera pasando. Tenía la sensación de que solo se encontrara flotando en el mar, con la esperanza de ser arrastrada por la marea a un lugar muy muy lejano. Hasta que su paz, si así podía llamarla, se vio interrumpida por las voces que se acercaban cada vez más, voces que conocía.

Intentó levantarse del suelo, pero sus piernas estaban muy cansadas, y su cuerpo algo adolorido a causa de todas las ramas con las que chocó al abrirse paso entre la maleza, su fina piel melocotón terminó llena de rasguños y cortadas superficies.

Se dio cuenta entonces de que por más que quisiera, ya no podía escapar más, porque, de todas formas, escapar nunca le trajo nada bueno, no lo hizo cuando escapaba al país de las maravillas para ser el caballero blanco, y no lo hizo cuando fingió estar totalmente bien con lo que pasó el día anterior, quizá el problema era que los demás tenían razón, y simplemente no podía escapar de su destino.

Se sintió derrotada, más que en cualquier duelo que pudo tener antes, y aguardó pacientemente a que vinieran por ella, que la reprendieran y, quizá que llamaran a sus padres de nueva cuenta, quería ser positiva al respecto, al menos ya no habría nada que pudieran quitarle.

I may not be a prince | DarppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora