» O9.

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Yerin no esperaba que Haruto la llamase, pero cuando lo hizo, una amplia sonrisa apareció su rostro y su estado de ánimo se elevó.

— Watanabe ¡Hola! Justo estaba pensando en ti.

Haruto es el amigo que mencionó antes cuando habló con Shiori, el amigo que vive cerca y al cual le debe darle un par de cosas.

El japonés rio al otro lado lado de la línea, y como buen amigo, decidió molestarla un poco.

— Siempre piensas en mí, admítelo — como era de esperarlo, Haruto le sacó una gran risotada.

El sonido de una notificación en su reloj inteligente llamó la atención de Yerin, interrumpiendo un poco su risa. Tenía un mensaje de su hermano.

"Sigo esperando el mensaje de que llegaste bien a Japón"

«Ups» pensó la castaña, pero no le respondió.

— Quisieras, Ruto — replicó Yerin, a la par que se fijaba a los lados para cruzar la calle —. Como sea, ya estoy en Japón y pensaba en ti porque justo ahora voy rumbo a tu casa ¿Airi está ahí?

Yerin cruzó la calle.

— ¿En dónde más estaría? — replicó Haruto con obviedad.

— Sigue hablándome así y no te doy los regalos que envía Johnny — amenazó y Haruto prometió compostura.

Los dos rieron.

— Buen chico.

— Heeeey! No soy un perro — reclamó él y Yerin se sorprendió de escuchar la voz tan cerca.

La chica giró sobre sus talones y se topó con el muchacho. Haruto ahora estaba parado justo al frente de ella con una expresión falsa de molestia. Ella frunció el ceño y Haruto arqueó una ceja, continuando con su papel de ofendido.

— ¿De dónde saliste? — Yerin terminó la llamada y miró a los lados de forma exagerada.

A Haruto le ganó la risa y Yerin rio con él.

La chica le dio una mirada rápida, Watanabe había crecido en el tiempo en que no se habían visto. Antes ella solía ser más alta que él, pero ahora, Haruto ya le rebasaba al menos cabeza y media.

El japonés había cambiado físicamente en muchos aspectos, pero su estilo seguía intacto. Yerin siempre solía decirle que hacía de su vida diaria una pasarela, porque solo él —y su hermano Johnny— podía lucir una camisa blanca básica de cuello redondo, jeans de mezclilla desgastada —con algunos cortes estéticos en las rodillas—, y tenis blancos, como si fuesen prendas de edición limitada de un famoso diseñador.

Inclusive el cabello lacio —que le había crecido también— peinado hacia abajo, le hacía verse con estilo de modelo urbano. A pesar de que el cabello le tapaba un poco los ojos, Watanabe Haruto siempre lucía genial y solo tiene quince años.

Yerin tiene veinte y aún batalla para armar sus atuendos diarios. Lograba armar algunos conjuntos básicos y hacer una que otra mezcla más atrevida gracias a los programas de moda que suele ver, pero aún así, los conjuntos le resultaban un dolor de cabeza. En su familia, Johnny es el fashionista, ella, ella intentaba serlo.

— Mamá me mandó a comprar botanas para tenerlas listas cuando estuvieras en casa — respondió Haruto, sacando de sus pensamientos a la castaña y mostrando al mismo tiempo un par de bolsas con frituras y sodas —. Iba de camino a casa cuando te vi en el cruce peatonal.

Yerin hizo una expresión conmovedora, provocando que Haruto volviera a reírse.

— Tu mamá siempre tan linda — la chica juntó las manos y puso cara soñada — sabe que amo tanto la comida chatarra como tú.

MILKSHAKE » HARUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora