Cuando Shiori se recuperó, se sintió feliz. Ya podía salir de su cuarto, vagar por la casa y comer con su familia.
La energía en su cuerpo ya volvía a ser más normal, podía moverse a su gusto sin sufrir las consecuencias después. De pasar todo el día en su cuarto, ahora se entretenía haciendo cualquier tontería en la casa, para que sus padres notaran que estaba mejor y así la dejaran salir.
Takashi reía por la imperactividad repentina de su hija, y junto con su esposa, ambos acordaron que a partir de mañana, Shiori podría retomar sus actividades.
A LA MAÑANA SIGUIENTE.
La alarma de Shiori sonó a las seis de la mañana, la chica rápidamente la apagó y se incorporó de un salto. Fue a su armario a toda prisa, sacó el uniforme escolar que ya había arreglado desde la noche anterior y tras ponerlo sobre su cama, se metió al baño para ducharse.
El agua caliente la hizo estremecerse al inicio, pero apenas se acostumbró, Shiori comenzó a cantar, estaba feliz de regresar a la escuela, pues regresar significaba que en el camino podría toparse con Haruto.
Había pasado demasiado tiempo desde aquel día en el que ambos se gritaron sus nombres y se sonrieron, y desde ese día no se habían vuelto a ver.
Le costaba admitirlo en voz alta, pero a Shiori le gustaba ese chico, la primera vez que le vio en el parque, quedó flechada.
Shiori salió disparada del baño, se puso el uniforme, secó su cabello completamente con ayuda de la secadora y lo ató en una coleta alta. Tomó su mochila de la silla de su escritorio y corroboró que tuviera todo en orden.
La chica se colgó la mochila al hombro y salió de su habitación, pero así como salió, volvió a entrar para darse otro vistazo en el espejo.
— Todo bien, estás guapa — se dio ánimo y le sonrió al espejo.
— Si tú lo dices — escuchó a Katsuro decir cuando pasó por el pasillo.
«Mocoso insolente»
Shiori se vio tentada a agarrar uno de sus cojines y lanzárselo directo en la cabeza a su hermano, pero hacer algo así le daría un pase a un castigo seguro.
•••
Shiori caminó hacia la escuela, sus manos sujetaban con fuerza las correas de su mochila y sus labios se apretaban con tanta fuerza que ya comenzaban a dolerle.
Ella se había ofrecido a llevar a Katsuro a la escuela, con la esperanza de ver a Haruto, pero su hermano menor se rehusó a aceptar tal cosa.
«Ni loco hago que veas a ese tipo»
Las palabras de Katsuro y la sonrisa que le lanzó tras decirlas no dejaban de repetirse en su mente.
— Me las pagará ese mocoso — aseguró Shiori con firmeza.
•••
El día pasó con rapidez y Shiori lo agradeció. Durante la mañana se sintió bien, pero después del almuerzo, unas secuelas de su enfermedad se hicieron presente y se sentía cansada.
Haruto y su venganza contra Katsuro pasaron a segundo plano, no tenía humor para pensar en ellos.
Pensó en llamar a su madre y que viniera por ella a la escuela, pero no quería preocuparle de más y que la volviesen a poner en cuarentena. Así que se conformó con una pastilla recetada por la enfermera para estabilizarla y librar el día. Ahora quería irse a su casa y tomar una gran siesta.
Al salir de la escuela, se colocó los auriculares y puso algo de música, desentendiéndose de su alrededor.
Apenas había dado un par de pasos fuera del gran portón de salida cuando los auriculares fueron quitados de un tirón sin previo aviso. La sorpresa de Shiori fue evidente y por instinto retrocedió para marcar distancia; los auriculares cayeron en el suelo con un ligero «cling».
— Antes solías emocionarte al verme — dijo una suave voz —pero veo que eso ya pasó.
Shiori levantó la mirada y sus ojos se abrieron más de la cuenta mostrando su sorpresa.
Una chica de cabellos castaños está recargada sobre la pared de concreto, vistiendo una camisa blanca de cuello redondo y unos jeans de mezclilla oscura que le llegan un poco más arriba del talón. El conjunto se complementaba con tenis blancos, un abrigo beige cuyo largo va un poco más abajo de las rodillas y una mochila negra.
Shiori gritó.
Las personas a su alrededor volvieron la vista a ella, pero a Shiori no le importó.
— ¡Yerin, Yerin, Yerin! — canturreó la adolescente y sin más se lanzó a los brazos de la chica, que de pura suerte, logró atraparla.
Ambas apretaron aún más el abrazo, pues no se veían desde hace meses y soltaron una gran carcajada.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Shiori cuando ambas se separaron — ¿Cuándo llegaste, Suh?
La chica del abrigo, Yerin Suh, le regaló una amplia sonrisa. Las dos comenzaron a caminar por la banqueta sin una dirección fija.
— Hace un par de horas — replicó Yerin, en un fluido japonés —. He venido por asuntos de trabajo. Mañana tengo reuniones todo el día. Vuelvo a Corea pasado mañana.
La madre de Yerin y la madre de Shiori son muy buenas amigas desde la universidad; por lo tanto los hijos de ambas son muy unidos también; aunque vivir en ciudades diferentes a veces era un problema para poderse ver presencialmente, sin embargo, siempre mantenían el contacto en línea.
Yerin le llevaba cinco años a Shiori y la diferencia de edad no era problema alguno. Las dos siempre se han llevado bien y la razón de ello es que ninguna tiene una hermana en la familia. Yerin quería una hermana menor, Shiori una hermana mayor, así que ambas se adoptaron.
— Eso suena aburrido — comentó Shiori, Yerin sonrió.
— Un poco, sí. Como sea, solo pasaba a saludar — comentó la castaña a la par que veía la hora en su reloj de mano —. Tengo que visitar a un amigo que vive cerca de aquí para darle unas cosas.
Shiori asintió.
— ¿Te parece si más tarde doy una vuelta por tu casa y vamos por unas malteadas?
Los ojos de la japonesa se iluminaron. Sopesó un momento la idea de negarse, pues quería descansar un poco, pero al final descartó la idea. Ella nunca le decía «no» a una malteada.
— ¡Claro! Le comentaré a mamá y te envío un mensaje.
— Lo estaré esperando — Yerin le dio otro abrazo —. Cuídate mucho, nos vemos más tarde.
— Tú igual — replicó Shiori para después adelantarse a irse a la parada de autobús.
En la distancia, Yerin se despidió con un saludo de mano. Cuando Shiori ya no estaba cerca, comenzó a andar de nuevo. No pasó mucho tiempo para que su teléfono sonara, ella sonrió al leer el nombre en la pantalla.
— Watanabe ¡Hola! Justo estaba pensando en ti.
Yerin sonrió con amplitud, escuchar al japonés le había sacado una gran sonrisa y verlo la pondría demasiado feliz.
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MILKSHAKE » HARUTO
Fanfiction❝Hay dos cosas que Shiori ama en este mundo: Las malteadas y los chicos. Y para fortuna de Haruto. Él es un chico y sabe hacer malteadas ¿Cómo podría decirle ella que «no»?❞ #1 en Watanabe - 29.04.19. #5 en watanabeharuto - 02.04.21 MILKSHAKE ©...