𝐶𝘩𝑜𝑘𝑒 𝑚𝑒

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Ciertamente lo estaba molestando.

Gerard estaba siendo bastante molesto, y sabía que lo estaba haciendo con total intención.

Al principio, la idea de trabajar con su prometido siendo su mano derecha le habían parecido fantástica, y sus primeros meses lo habían sido, pero el mayor de ambos había decidido empezar a comportarse como una zorra incluso en el trabajo, y eso lo ponía celoso, pues notaba las miradas de sus compañeros sobre el cuerpo de su chico.

Con una cara de pocos amigos se dispuso a caminar por el largo pasillo camino a su despacho, donde terminaría de firmar unos documentos y los enviaría con su secretaria para que los hiciera llegar a otra empresa con la que mantenían un convenio.

Entró a su oficina y se sentó, mirando todos los papeles desparramados en su gran escritorio, juntó todos y se dispuso a terminar rápidamente su trabajo administrativo.

Habrían pasado aproximadamente veinte minutos y el castaño se encontraba terminando de estampar la última firma de la torre de papeles que previamente había tenido desordenados, tomándolos por orden y clasificándolos en sus respectivos portafolios.

Tomó todos los archivos, se levantó de su silla con respaldo y salió de su oficina.

No pudo evitar dirigir su mirada a la oficina del pelirrojo, su prometido y compañero de empresa, quien tenía la puerta abierta y daba imágenes bastante sexuales a los ojos del castaño.

Con una expresión que intentaba fingir inocencia, se pasó un mechón del colorido cabello por detrás de la oreja, mientras sus labios chupaban una paleta color roja y se disponía a jugar con el mechón previamente movido.

Desde su posición, y en vista de que el hombre había ignorado su presencia, el mejor se mordió el labio mientras sus ojos cargados de deseo imaginaban el cuerpo desnudo de aquel pelirrojo, quien seguía lamiendo y succionando el dulce, llevándolo a querer esos labios sobre su miembro.

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Durante la reunión que se estaba llevando a cabo, no había podido quitarle la mirada de encima a Gerard, pues este prestaba poco y nada de atención a lo hablado y en su lugar reía de forma coqueta cada que se le preguntaba algo, continuando con el movimiento de su cabello al reírse.

Y eso hacía enojar aún más al menor.

Apuntó mentalmente que se lo haría saber al llegar al departamento que compartían e intentó despejar su mente, pues el bulto entre sus piernas crecía y pronto sería su turno para exponer y hablar del contrato que previamente había enviado.

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Por fin había llegado el momento, un viernes a las seis de la tarde y todos los trabajadores de la empresa se iban deseosos a sus casas para poder tener un merecido descanso, y eso los incluía a ellos.

Pero Frank estaba sintiendo de todo menos felicidad, y el causante de su inquietud y enojo tendría que pagar su castigo.

—¿Estás listo, Frankie?— su prometido apareció por la puerta con su maletín en mano y su corbata aflojada, dando la impresión de cansancio pero de a la vez emoción por irse.

El nombrado simplemente no respondió, terminó de guardar sus cosas en su bolso y salió de la oficina sin siquiera saludar al contrario, que lo siguió extrañado.

—¿Ocurre algo?— preguntó el mayor al alcanzarlo para tomar el ascensor.

No respondió, sin embargo sacó una llave de su bolsillo y la posicionó dentro de un espacio en el tablero del ascensor, deteniendo este de inmediato.

Call me daddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora