Call me daddy

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Amaba a su castaño, lo amaba por sobre todas las cosas materiales del jodido mundo, podía jurarlo.

Pero también estaba jodidamente aburrido.

— ¡Otra vez! ¡Se está escuchando del puto asco! —escuchó a Bob, el baterista, gritando desde su lugar y apuntando a Pete, quien sostenía su bajo con una mezcla de rabia y frustración.

Cuando Frank le ofreció verse definitivamente no esperó que su cita se convirtiera en el ensayo de Pencey Prep.

No quería que lo malentendieran, apoyaría el sueño de su novio de ser músico, le gustaba la dualidad de Frank de ser estudiante de último año y también el guitarrista de una banda que prometía ser grande.

Pero ¿cómo decirlo? Simplemente a Gerard no le gustaba Pencey Prep.

¿La razón? No entendía quién le había hecho tanto daño a Frank, era cuestión de prestar atención a las letras para notar que el de ojos avellana cargaba decepciones amorosas que lograron pegar fuerte.

"Trying To Escape the Inevitable" volvió a escucharse, si era sincero esa era la única que realmente le gustaba, pero su límite era escucharla tres veces.

Y con esta era la quinta vez.

— La próxima vez seré yo quien escoja qué haremos en la cita — pensó sacando su celular y abriendo cualquier cosa.

— ¡Amor! —una voz muy conocida logró distraerlo, su Frankie le hablaba a través del micrófono y lo veía con una sonrisa, contagiándosela de manera inevitable—, ¿podrías hacerme un favor?

— Claro, lo que me pidas — respondió.

— ¿Podrías ir por un refresco? Mi puta garganta está seca, también trae una botella de agua, gracias Gee — con un guiño de ojo bastó para tenerlo en camino a la cocina.

Amaba a su novio, y lo que más le gustaba era su personalidad de mierda, pues solamente él sabía su secreto más grande.

Frank Iero, conocido por ser el hijo de puta más arrogante que puedas encontrar, un hombre dominante por naturaleza. Su altura ni siquiera alcanzaba el metro con setenta centímetros, sin embargo lo podía compensar con su personalidad explosiva, con encantos que harían caer a cualquiera, daba igual el género e incluso la orientación sexual.

Su belleza natural resaltaba aún más gracias a que además el cabrón tenía un gusto excelente en moda, todos los adolescentes que juraban ser punk rock podrían lamerle los huevos a su estética.

Él era la definición de un chico rudo, y si Gerard fuera una chica está seguro que mojaría sus bragas solo de verlo, y ni hablar de cuando sonreía.

Sin embargo, todos tenemos secretos, y el castaño no era la excepción a la regla.

Era un jodido muerde almohadas de primera, una perra que no conocía la vergüenza y capaz de hacer expresiones tan claras que te harían correr solamente con verlas.

Y eso le encantaba a Gerard Way, quien era todo lo contrario a su novio. Su personalidad era tan suave, era genuinamente agradable, siempre sonriendo y siendo adorable.

Claro que él no se quedaba atrás si de belleza hablamos, sus ojos verdes adornados con una delicada pasada de delineador hacían que sus finas facciones resaltaran, convirtiéndolo en un hombre muy apuesto y también muy deseado por las chicas.

Lástima para ellas que su Adonis vestido como un vampiro era gay. Y además estaba completamente fuera del mercado.

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