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Otra vez ése olor a antibióticos y alcohol penetraba en su nariz

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Otra vez ése olor a antibióticos y alcohol penetraba en su nariz. Lo detestaba, Incluso le causaba repulsión antes de estar embarazado.

Pero no se quejaría.

Junto a él se encontraba cabizbajo el chico que conoció pocos meses antes: Heeseung.

El jovencito aún traía su uniforme escolar y acariciaba con mucha ternura la mano de su madre, quien estaba conectada a varios tubos y una máquina que medía sus pulsaciones. En muy pocas ocasiones abría los ojos, y cuando lo hacía, se dedicaba sólo a mirar a su hijo y obsequiarle sonrisas débiles.

Sunoo acostumbraba a acompañar a Heeseung en las visitas con su madre. En una ocasión, las pulsaciones de la mujer se aceleraron demasiado, entraron varias enfermeras y un médico, todos traían un rostro preocupado. Le obligaron a las visitas que salieran del cuarto, pero el hijo de la señora Lee se negaba y le gritaba a su madre que no le hiciera eso. Rogaba para que se quedase con él.

Por suerte pudieron estabilizarla, pero Heeseung estuvo entre los brazos de Sunoo por casi dos horas, sin soltarlo. El abrazo de su mayor le daba cierta paz.

Por suerte la madre del pelinegro se había mantenido estable ése mes, no había vuelto a tener otra crisis y eso los mantenía tranquilos.

El celular de Sunoo vibró, era un mensaje de Sunghoon informándole que llegaría una hora más tarde a casa. El mensaje incluía un "te veré en casa, cariño", lo que provocó una invasión de mariposas en su estómago.

A pesar que la primera vez que le dijo así se sorprendió mucho, ahora se lo tomaba más 'casual'.

Iba a bloquear su celular, pero la imagen en el fondo de su pantalla le robó una tímida sonrisa. Era el ultrasonido de su bebito del tercer mes de gestación.

Durante el primer trimestre tuvo tres ultrasonidos porque presentaba indicios de diabetes o algo por el estilo, y él que creía que tendría una revisión así durante todo su embarazo. Debido a que resultó completamente sanito, la ginecóloga le dio la cita para cuando cumpliera cinco meses; en la que sabría el sexo de su bebé.

Tuvo que investigar por sí solo el desarrollo del feto en el cuarto mes y sólo consiguió enamorarse más del ser que crecía en su pancita.

Maní ya podía oír y eso también significaba que reconoce su voz, así que cada vez que hablara iba a ser escuchado por su hijito. Por fin. Su sexo ya estaba definido incluso, pero dependía mucho la postura del feto para poder saberlo durante ése mes. También leyó que comenzaría a distinguir sabores en el líquido amniótico... de modo que cuando no le gustara algo posiblemente lo patee.

Aunque dichosas pataditas se pueden sentir a mediados del segundo trimestre.

Ni-ki ahora decía que maní era menos feo, porque ya tenía el aspecto de un bebé recién nacido, pero más pequeñito.

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