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El agua de la ducha estaba tibia, eran casi las siete de la mañana y Sunoo hacía un suave masaje en sus cabellos

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El agua de la ducha estaba tibia, eran casi las siete de la mañana y Sunoo hacía un suave masaje en sus cabellos.

Estaba serio, su mirada rota, igual -o más- que las semanas anteriores.

Había tenido un sueño. Uno muy feliz y doloroso a la vez. Su niña le sonreía, hacía muecas y extendía sus bracitos hasta él para que la cargase, pero justo cuando Sunoo corría para tomar al pequeño amor de su vida... despertó.

En su sueño era feliz. Umji era hermosa, blanquita y había heredado su sonrisa. Pero en su realidad el dolor que sentía no se quitaba con nada.

Tomó el jabón luego de soltar un pesado suspiro, con mucho cuidado lo paseó por su cuello, brazos, pecho y se detuvo en su vientre. Tocó el espacio de su cuerpo que antes fue el refugio de su nena, deslizó su dedo por una diminuta estría y mordió su labio inferior.

Se sintió asqueado de sí mismo. Sintió que su cuerpo no fue suficiente como para cuidar de Umji.

-Mi vida... -susurró acariciando su vientre vacío- Perdóname.

Sus lágrimas se mezclaron con el agua que seguía cayendo sobre su cabeza, frunció el entrecejo y apretó con fuerza sus dientes, tanto que incluso las venas de su rostro se hicieron visibles. Salió rápido de la ducha y sus ojos se encontraron con su reflejo, en el espejo de cuerpo entero.

Su apariencia lo asqueó aún más. Sus ojos estaban hinchados, sus labios partidos y unas ojeras imposibles de disimular. Su estómago se veía muy levemente abultado.

Empuñó sus manitas y golpeó su propio vientre, se escupió mil insultos hacia su persona y se culpó por ser tan débil. Lloró y gritó lo injusta que era la vida por haberse llevado a una nena que ni siquiera pudo conocer la luz del día.

Su escándalo alertó a los chicos más jóvenes. Jungwon fue el primero en entrar, encontrándose al mayor completamente desnudo y golpeándose una, y otra vez en su cuerpo. Cogió una toalla y envolvió al delgado muchacho en ella, lo abrazó con fuerza, sin importarle que su ropa se estuviese mojando.

Ni-ki apareció en el baño con una expresión preocupada, sus ojos estaban hinchados por haber estado dormido minutos antes. Se unió al abrazo y le susurró a Sunoo que todo estaría bien, le pidió que se mantuviera firme... Ya que maní siempre estaría con él.

Sunoo tenía sus ojitos hinchados, era una clara evidencia del llanto de ésa mañana

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Sunoo tenía sus ojitos hinchados, era una clara evidencia del llanto de ésa mañana. Su esposo lo notó, pero no dijo nada, no era necesario, sabía de sobras qué estaba destrozando al más joven.

No le dirigía la palabra, estaba serio y miraba cada rincón de la pequeña oficina del doctor Jungkook, quien había salido un momento para buscar los resultados.

Sunghoon mordió su labio inferior, no es como si tuviera mucho que decir después de todo.

El incómodo ambiente se mantuvo por diez minutos, hasta que el médico entró con dos sobres grandes, uno blanco y el otro rosita.

Primero tomó el blanco, lo abrió con mucho cuidado y sacó un par de hojas, las leyó en silencio, preparándose para darles esa información a los jóvenes padres frente a él.

Sunoo se moría por dentro, los nervios se lo estaban devorando.

Las manos de Sunghoon temblaban y no había manera en que se quedasen quietas.

-Dígame algo, joven Kim -habló Jungkook acabando con el mutismo incómodo-, ¿Ingirió algún tipo de medicamento que no haya sido recomendado por su ginecóloga? Ya sabe, para el dolor de cabeza o algo así.

Sunoo inmediatamente negó, sabía de sobras que no podía tomar ningún fármaco mientras se está encinta.

El mayor frunció el entrecejo sin quitar la vista del papel.

- ¿Estás seguro? ¿No intentaste tomar algo debido a la anomalía en el corazón del feto?

- ¿Q-Qué? ¿Anomalía en su corazón?

- ¿Tu ginecóloga no te informó? Tu bebé tenía un pequeñísimo defecto en su corazón, aunque eso no fue lo que provocó tu amenaza de aborto, obviamente. -pausó un momento, le dio una rápida ojeada al papel en sus manos y continuó- Aquí todo indica que le transferiste algún fármaco, eso actuó directamente sobre el feto...

- ¡Que yo no fui, maldita sea! -alzó la voz- ¡Jamás hubiera hecho algo que pusiera en riesgo la vida de mi hija!

Sunghoon puso una mano en la espalda del lloroso chico y ahí le dio suaves caricias, intentando tranquilizarlo un poco.

-Yo estoy aquí para darte los resultados de la autopsia, no te exaltes. Después podrás debatir todo lo que quieras contigo mismo para averiguar de dónde salió esa pastilla. -guardó la hoja nuevamente en el sobre blanco y entrelazó sus manos- Sé que esto no será de mucho consuelo, pero... Si tu bebé hubiese sobrevivido, jamás podría llevar una vida normal, las secuelas serían demasiadas.

Sunoo mordió su labio inferior y lágrimas brotaron de sus ojos, su esposo a su lado sólo podía acariciar su cabello y espalda. Por lo menos pudo quitarse un peso de encima, efectivamente no había sido un consuelo, pero podría vivir con la idea de que Umji está mucho mejor, a diferencia de cómo habría sido su vida.

Además, esa mañana se culpó de la peor manera y quizás no era toda su culpa.

El mayor tomó esta vez el sobre color rosa, hizo una pequeña sonrisa y lo abrió.

-Este informe lo envía la enfermera Hwang.

Pero Jungkook no lo leyó, se lo entregó al de tez blanca que en todo momento había estado callado. Sunghoon en realidad aún no podía controlar el temblor de sus manos, pero de igual forma recibió el sobre.

Lo primero que sacó fue una hoja, en el centro había dos manitas extremadamente chiquitas pintadas de color lila y debajo, con una delicada caligrafía, tenía escrito: "Siempre los amaré, papitos"

Sunoo sorbió la nariz y no notó que, junto a él, al de tez blanca se le comenzaban a asomar las lágrimas.

Lo siguiente que sacó fue una pequeña fotografía impresa de Umji-cuando estaba viva-, en la que se podían apreciar las pelusas en su cabeza y un pequeño hoyuelo, por haberla fotografiado al momento de bostezar.

-Era demasiado hermosa...-murmuró Sunghoon.

-Lo es... -corrigió Sunoo.

El de tez blanca asintió y el menor apoyó su cabeza en su hombro, Jungkook sólo miraba a los jóvenes derramar lágrimas y soltar sonrisas dolorosas. Su futuro juntos aún estaba incierto, lo que los unía había dejado de existir y a cambio dejó una marca imposible de borrar.

Una marca que de todas formas los unía...

Una marca que de todas formas los unía

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