031

2K 252 20
                                    

Dos meses más se sumaron a la partida de Umji, cada día que pasaba la lucha de Sunoo consigo mismo se hacía menos pesada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dos meses más se sumaron a la partida de Umji, cada día que pasaba la lucha de Sunoo consigo mismo se hacía menos pesada.

Podía mirarse en el espejo sin sentirse asqueado, y hasta podía mirar un poco más de tiempo la fotografía de su niña.

Sí habían días en los que lloraba e incluso podía desvelarse abrazando el único mameluco que pudo comprar para su princesa. Siempre dolería.

Eunbi se había vuelto bastante cercana a él, a veces llegaba de visita sin previo aviso y lo consentía llevándole algunos chocolates, aunque eso lo hacía con la intención que aumentara un poquito más su peso. Cada vez que se despedía de él con algún abrazo podía sentirlo demasiado delgado.

Después de todo ese tiempo, Sunoo por fin había tomado la decisión de ir a visitar la tumba de Umji.

Estaba nervioso, tenía miedo de derrumbarse y no poder controlar su tristeza. Le había dicho a sus amigos que iría solo, y ahora se sentía con el inmenso dolor de no tener a alguien a quien abrazar cuando rompa en llanto.

Porque eso sí, sabía que lloraría y muchísimo. La única vez que estuvo ahí fue para la sepultura de su niña y será para siempre un amargo recuerdo, aquel día llegó a pensar que moriría por tanto dolor.

Ya casi eran las dos de la tarde y hacía bastante frío, como si fuesen las ocho de la noche. Sunoo se había acomodado un abrigo largo, cubría casi hasta sus rodillas. Una incómoda sensación se apoderó de él cuando llegó a ése lugar, por un momento pensó en echarse a correr por el temor de volver a caer en la culpa y en el intenso dolor.

Respiró profundo y buscó la lápida de su niña, no recordaba exactamente el lugar.

Cuando por fin la encontró sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo.

Pasó saliva y se agachó un poco para poder besar la fría roca donde estaba escrito el nombre de Park Umji. Dejó el ramo de lirios bien acomodado y se sentó en el suelo, justo en frente.

Relamió sus labios y esbozó una tenue sonrisa, aún cuando sus ojos comenzaban a volverse vidriosos.

-Hola, mi amor... -pausó un momento para no titubear y continuó- Papi Sun siente mucho no haber venido antes, pero ¿Sabes algo, pequeña? Incluso ahora sigue doliendo mucho tu partida. Desde que supe de tu existencia me forjé una ilusión, todos los días pensaba cómo serías físicamente e incluso algo tan insignificante como cual sería tu comida favorita. A veces sueño que estás conmigo, que corres a mis brazos y besas mis mejillas; pero de la nada comienzas a alejarte y no vuelves más...

Hipó y cubrió su boca con sus manitas, ya había comenzado a llorar.

-Te amo tanto, preciosa -sollozó.

Se abrazó a sí mismo y liberó su mas desgarrador llanto, Eunbi antes le había dicho que eso estaba bien, que podría a ayudarle en su desahogo.

Sin embargo, algo le faltaba... Pensó que tal vez, después de todo sí tendría que haber sido acompañado por Niki o Jungwon, para poder recibir un reconfortante abrazo.

Como Una Estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora