017

2.1K 315 15
                                    

Se sentía vacío, como si en el parto le hubiesen quitado todo, incluyendo una parte de su corazón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se sentía vacío, como si en el parto le hubiesen quitado todo, incluyendo una parte de su corazón.

Umji ya no estaba en su vientre, pero tampoco estaba entre sus brazos.

Había pasado una hora desde que despertó, por la amplia ventana de la sala podía ver los rayos del sol. No sabía la hora en la que estaba viviendo, su cabeza sólo podía pensar en su preciosa niña.

Desde que se embarazó creyó que el nacimiento de Umji sería el día más feliz de su vida, que podría tomarla entre sus brazos y llenarla de besos. Pensó en su color de piel, en lo preciosa que sería si heredase el tono blanquito de su esposo.

Sunghoon...

No.

Estaba dolido. Quería olvidar todo lo ocurrido el día anterior, empezando por esas hórridas conversaciones que tuvo que leer.

Cerró sus ojos, estaba demasiado cansado. Quizás por el parto. Quizás por la pérdida de sangre. Quizás por sentir tan roto el corazón.
Su relación con Sunghoon era de esposos temporales, algo falso y sin sentimiento. Pero en su última semana juntos las cosas se habían sentido tan bien.

No se trataba de enamoramiento, claro, porque las personas no tienen ése sentimiento tan intenso de un día para otro y aquello Sunoo lo tenía muy en claro, pero la atracción estaba ahí. Le gustaba Sunghoon, lo aceptaba, y se sintió morir cuando se besaron por primera vez... Pero la ilusión se le fue arrebatada de una manera cruel.

Realmente creyó que Sunghoon había aceptado a su hija, pero la frase "No quiero a ése engendro" le quitó la venda de los ojos.

Abrió sus ojos y tocó su hinchado vientre, sus ojos se aguaron por caer en cuenta -nuevamente- que su niña ya no estaba ahí.

Quería verla... la necesitaba.

Quitó todo lo que estuviera conectado a su cuerpo, incluyendo las inyecciones intravenosas y utilizando mucho esfuerzo, se sentó en la orilla de la cama. Un mareo le hizo dudar lo que realmente estaba haciendo, pero en cuanto la habitación se quedó quieta -según él- recobró su plan.

Se puso de pie con mucha dificultad, caminó hasta por fin encontrarse fuera del pequeño cuarto y con unas inmensas ganas de arrastrarse, comenzó la búsqueda de su niñita.

Su apariencia seguía demasiado rota, quizás más que antes, pero éso no le impidió deambular por los pasillos del hospital que para su suerte se encontraba sin enfermeras cerca. Posiblemente estuvieran almorzando o algo así, en realidad no le interesaba.

Tal vez fue por su instinto, pero entre tanta caminata pudo encontrar el área donde iban los bebés prematuros, ni siquiera se tomó la molestia de leer, sólo ingresó. Para su mala suerte una enfermera lo vio enseguida.

-Señor, usted no puede estar aquí -dijo la fémina en un amable tono.

-Pero aquí estoy y quiero ver a mi hija -su forma de hablar, más su apariencia, le daba un aspecto casi drogado.

Como Una Estrella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora