Capítulo 2

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Creo que nunca en mi vida estuve tan convencido a la hora de etiquetar a alguien como "despreciable", justo como en estos momentos. Y es que la verdad, jamás le encontré sentido a eso de tenerle un rencor duradero a alguien; después de todo, al final del día lo único que terminas gastando al hacerlo es más de esa energía que podrías estar aplicando en cosas mejores, más que en odiar a alguien que directamente ni siquiera sería merecer de algún tipo de sentimiento de tu parte.

Sin embargo, está situación era muy particular. Y tenía sus excepciones por obvias razones, y eran principalmente porque: Eren estaba triste.

Y por más que en parte me gustara la tranquilidad que transmitía el estar con el titán sumido en un profundo silencio, simplemente no podía dejarlo de esa manera. Porque ese no era mi Eren; el que se la pasaba las veinticuatro horas del día molestando, diciendo idioteces y avergonzandome con sus cursilerías y muestras de afecto físico. En términos más sencillos: ya me había acostumbrado a su forma de ser tan hiperactiva, y verlo de repente tan deprimido no era algo que me agradara en lo absoluto. Menos cuando esos "días malos" que solía tener, habían aminorado considerablemente.

Cosa que había sido un verdadero paso hacia adelante; y por lo tanto, el imbecil de Zeke no sería el que arruinara ese progreso sólo porque sí.

Además... el que él esté triste, sólo me ponía triste a mí.

—Oye Eren... ¿Huh?

No pude ni siquiera terminar de hablar cuando ya tenía al mencionado encima de mí, abrazandome con fuerza y ocultando su rostro en el hueco entre mi cuello y hombro. Haciendo que por inercia llevara una de mis manos hacia sus cabellos para removerlos un poco, algo que extrañamente lo relajaba en cierta forma.

Ambos nos encontrábamos en mi casa, precisamente en mi habitación, libres de la presencia de mi madre, que aún se encontraba en el trabajo, y la de Kenny, que por gracia divina había sido invitado a ver una carrera de caballos que no quería perderse por nada en el mundo. Cuestión que hizo que Eren le pidiera inocentemente, antes de irse, que sí es que se llegaba a encontrar a algún caballo que se llamara "Jean" que por favor le sacara una foto.

Obviamente, mi tío no entendió el porqué de esa petición tan particular, por lo que sólo se encogió de hombros a la vez que le asentía con la cabeza. Sin embargo, yo sí qué era consciente de sus oscuras intenciones y, aunque parezca mala persona por afirmarlo, me parecía una idea bastante divertida por lo que no dije absolutamente nada al respecto.

—¿Ya me vas a decir lo que pasó con Zeke?

Sentí como negaba.

—Eren, hablo en serio.

—Bonito, no creo que sea...

—No volveré a abrazarte en lo que resta de tu miserable vida.

—Y yo sólo preguntaba, ¿Por dónde quieres que comience?

Sonreí complacido ante su respuesta, centrando mi mirada en el techo color crema de la habitación en lo que él se acomodaba de mejor forma pero sin soltarme un sólo segundo.

—¿Y bien?

Bufó.—Me dijo que Grisha pretende llevarnos a conocer la empresa de la que quiere que nos hagamos cargo.

—¿Y qué ocurre con eso?

—Qué me negué porque no pretendo trabajar justamente para él. Antes muerto.

Asentí a pesar de que sabía que no podía verme debido a la posición en la que se encontraba.—¿Y qué más?

—Me amenazó con contarle al viejo que nosotros somos novios...

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