« cowboy like me »

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" and you asked me to dance, but I said "dancing is a dangerous game"
oh I thought "this is gonna be one of those things"
now I know, I'm never gonna love again

—o—

Esos ojos verdes serían en definitiva su ruina, y lo peor de todo es que ella caería en ese abismo gustosa.

Meliodas era esa clase de chico que llamaba la atención por allá donde fuese. Cabellos dorados que enmarcaban su rostro y ojos verdes y vivaces que robaban suspiros en dónde sea que se posasen. Elizabeth, a veces resistiéndose y a veces dejándose llevar, había caído finalmente en su embrujo. Se daba bastante crédito al haber soportado tanto tiempo, fingiendo que sus cumplidos no le llegaban y que cuando su mano rozaba la suya, el corazón no se le disparaba a mil por hora. Luego, se abucheaba, pues por mucho que se había hecho la dura, había fracasado igual.

Jamás llegó a imaginar todo lo que ese rubio de risa melódica y mirada cálida le haría sentir. O quizás sí, sólo que lo reprimía con la esperanza de que fuera pasajero y eventualmente desapareciera con el pasar del tiempo, sin embargo, lo único que hizo fue acrecentarse y arraigarse en su alma: Meliodas había llegado para quedarse.

Recuerda con detalle la hora en que se le acercó casual, con una pequeña sonrisa bailando en sus labios y las manos en sus bolsillos. Había concluido el examen de Química y recogía sus cosas dispuesta a irse y confiada de haber sacado la máxima nota, cuando la mención de su nombre la hizo girarse y verlo tras suyo recostado a un pupitre. Se acercó a ella despacio, como un depredador merodeando a su presa y se posicionó frente a frente con su persona. Elizabeth enarcó una ceja no muy convencida cuando él, tranquilo y sin prisas, le preguntó que si podía ayudarlo a estudiar, que estaba seguro que había sacado una pésima nota y si seguía así, le echarían del equipo de fútbol americano y adiós a su beca universitaria.

¿Trataba de hacerla compadecerse o sentirse culpable si es que eso sucedía? Habían muchos comentarios que era un manipulador de primera y eso, sumado a su atractivo físico, era de temerse. No había en toda la preparatoria de Britannia un alma que no hubiera escuchado el nombre de Meliodas Demon aunque sea en una ocasión. Cierto, quizás el rubio no tuviera una reputación de santo inmaculado y no le inspiraba la confianza del mundo, pero ella, tan buena que a veces pecaba de ingenua, no iba a negarle su ayuda. Después de todo, los rumores eran sólo eso: rumores, y nadie debía ser definido por todo lo que decían bocas ajenas. Además, sería una buena oportunidad para que le debiera un favor y de paso, conocerlo un poco y aclarar algunas dudas que rondaban en su cabeza respecto a quién era en realidad Meliodas.

Elizabeth podría jurar haberlo visto sonreír complacido de sí mismo al momento de ella acceder y casi se arrepiente, pero Meliodas pareció haberle leído el pensamiento cuando agarró su mochila apresurado y salió por la puerta del salón diciendo algo de que pasaría por su casa en la tarde, dejándola sin tiempo a reaccionar y con la palabra en la boca.

Daban las 6pm cuando el timbre de su puerta principal resonó por toda su casa. Frunció su ceño extrañada, sus padre y sus hermanas acababan de salir, a lo mejor eran ellos que se les había quedado algo. Hasta que recordó que Meliodas había quedado de venir a repasar Química. Se palmeó mentalmente y toda su cabeza entró en cortocircuito.

Ella y Meliodas, a solas, casi anocheciendo. Nada bueno podía salir de ello.

Otro timbre la hizo salir de su ensimismamiento y casi que corriendo se peinó un poco y agarró un cardigan del closet, el otoño estaba a la vuelta de la esquina y ella andaba con no más que leggings y una blusa ligera de tirantes. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y se paró en secó a la entrada para tratar de recuperar aliento y no parecer una demente. Se aclaró la garganta y abrió la puerta con aparente calma, incluso si por dentro estaba gritando, no le daría el gusto de ver su nerviosismo y subirle el ego como acostumbraban sus compañeras, que lo veían como un ser mítico y fuera de este mundo.

One Shots; MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora