« ella »

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• drabble

o

La reconoce en el momento en qué la ve, una y cada vez.

Cambiante en cada vida, sus rasgos, el sonido afable de voz manteniéndose para torturarlo y el color de su cabello variando como las estaciones. Aún en diferentes cuerpos, su alma tierna permanece intacta. La misma amabilidad que lo había enamorado hacía milenios continúa allí. Y solo necesitaba mirarla a los ojos una vez para saber que se trataba de ella.

Elizabeth.

Su nombre era sinónimo de todo lo bueno y lo malo que le hubiera pasado alguna vez. Un refugio al que acudir. Un pilar resplandeciente que por más que su alma rota se sacudiera con su partida y se oscureciera, resistía y jamás amenazaba con caer. Sus brazos siempre estaban allí dispuestos a sanar sus heridas, ignorantes que luego serían ellos los causantes de que volvieran a abrirse en un bucle que parecía no tener fin.

El mundo no merecía su brillo persistente que iluminaba todo a su paso, y Meliodas sabe que el la merece menos aún, que no es digno de su afecto. Pero ella continuaba a su lado, insistiendo en amarlo. Su amor lo protegía, vida tras vida, de la oscuridad que lo perseguía.

Siempre que la ve una vez más luego de reencarnar, su corazón se quiebra sin poder evitarlo. Podía encontrarla en todos lados: al cruzar la esquina o reconocerla en medio de una multitud. Sus ojos podrían encontrarse en mitad de una batalla... o con ella entrando tambaleándose en su bar. La miraría cada vez a los ojos profundamente, un atisbo de ruego en sus orbes esmeraldas esperando, suplicando que recordara su nombre. Rara vez vería un resquicio de reconocimiento, mas se opacaba más aún con duda y terminaba en nada.

La mayoría de las veces, no hay ni una esperanza de que ella le recuerde, lo mira y no lo ve. Y de repente para Meliodas la inmensidad del mundo no es suficiente y se siente claustrofóbico. No puede escapar de aquella tortura. Está atrapado en la amnesia de su alma. Su memoria se reiniciaba y quedaba en blanco, y él no podía hacer absolutamente nada para evitarlo. Sus corazones dolían al ver que la mujer que amaba fallaba siempre en reconocer los rasgos de rostro y su voz calmada. Y a pesar de todo, él la amaba más como un estúpido.

Y entonces le dice que lo recuerda, a él y a todo lo que han pasado juntos.

Cuando ella recuerda su historia, recuerda sus fracasos. Recuerda todas las muertes que él le ha permitido sufrir, decenas de vidas que ella ha amado y ha perdido. Recuerda las veces que él la ha apartado sin excusa alguna, como su corazón dolía cuando le rechazaba sin motivo. Recuerda las veces que ha sido asesinada, que ha muerto por accidentes, o por mano propia en pos de acabar con su agonía. Pero no recuerda una vida larga y dichosa, o pasar años y años junto a su amante. Recuerda que cuando su memoria vuelve a ella, él sufre más de lo normal, la inquietud formando parte de su rostro demacrado. Y recuerda el destino que los atormentaba.

Siempre que ella regresaba, la grieta en sus siete corazones se reabría. Y cuando inevitablemente muere, él no sabe que hacer para soportar tanto dolor. Se ahoga en el océano de su desesperación y su culpabilidad por no poder salvarla.

A veces Merlín estuvo allí para ver como él caía impotente al lado de su cadáver. No puede evitar notar la expresión de lástima y melancolía en su rostro. Sabe que debe lucir patético, consumido por su duelo. Se para erguida a su lado, esperando a que sus emociones se apacigüen y las aguas estén en calma. Y él pasa tiempo a su lado para no sentirse tan sólo como desearía estarlo. En una ocasión, la misma se ofreció a llenar el vacío de su alma acongojada ante su mirada incrédula. El alivio que ambos encontraron fue efímero, Merlín no era lo mismo que Elizabeth y era injusto para ella que él la forzara a ser su sustituta.

Él conoce los detalles de los secretos más enterrados de la hechicera y sus mayores miedos, y aún así, sus barreras jamás bajaban para él. Ella, al igual que el propio Meliodas, ha vivido demasiado para entregarse completamente a otra persona.

Y así su alma partida en pedazos se sigue marchitando y duele a la par que él espera, y espera... por ella.

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Cuídense,

isa🌸.

One Shots; MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora