capítulo 3

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Jisung no podía quejarse mucho, al menos habían elegido una canción para realizar, el problema ahora era que el imbecil volvía a discutirle por todo

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Jisung no podía quejarse mucho, al menos habían elegido una canción para realizar, el problema ahora era que el imbecil volvía a discutirle por todo. El rubio no aguantaba más a este chico.

—¡Sigues sin pillarlo! — grita Minho, mirando como el rubio se había vuelto a perder en el ritmo.

—Podría hacerlo bien si me explicaras bien lo que tengo que hacer. — contratacó Jisung.

—Pero si te lo he explicado ya quinientas veces, ¡presta atención! Un, dos tres, un dos. — Minho contaba el ritmo, lentamente, mientras bailaba, marcando exageradamente los movimientos. — Pam, pam. ¿Lo pillas? — el castaño le miró con rabia por el espejo.

—No soy imbécil. — Jisung rueda los ojos, volviendo a posicionarse.

—Algunas veces lo aparentas.

—¡Retira eso! — la paciencia del rubio llega hasta un límite, y el chico estaba haciendo que el agua desbordara del vaso. Encara al castaño mirándolo con rabia.

—¡Oblígame! — Minho también le mira, retándole.

—Voy a borrar esa estúpida sonrisa de subidito de tu cara.

—No creo que lo logres.

El timbre suena, interrumpiendo la discusión de los dos chicos. Ninguno de los dos se mira más mientras recogen sus pertenencias lo más rápido que pueden para salir del aula. Jisung sale el primero, andando que parecía que saltaban chispas a su alrededor. Tenía tiempo libre a si que se fue a su aula favorita.

Sabía que esta aula siempre estaba vacía, nadie impartía clases aquí, estaba prácticamente abandonada, ni siquiera las personas de la limpieza pasaban para limpiar, por eso el rubio se tomó la libertad de limpiarla y hacer que fuera como "su habitación" en la universidad. Podía venir las veces que quisiera, nadie le buscaría aquí, está ubicado bastante lejos de las demás clases y parecía que nadie sabía de la existencia de esta aula.

Jisung abrió las cortinas, permitiendo que los rayos de luz se colaran por la ventana, la cual abrió un poco para que corriese un poco de aire. Respiró profundamente, intentando relajar su cuerpo. Estar con el castaño le hacía enfurecer demasiado.

Apoyó su espalda en el cristal, mirando el aula. Era bastante espaciosa, el suelo de madera perfectamente limpio, ya que el rubio se había colado en los armarios de limpieza para coger varios productos, escobas y fregonas para poder limpiar bien la sala. El cristal que adornaba toda la pared de esquina a esquina no tenía ninguna marca de manos o sudor a diferencia de los cristales de las aulas de ensayo. Y en una esquina un piano de cola negro.

Se había sorprendido de que sonara tan bien viendo que estaba repleto de polvo cuando llegó, con suerte no había afectado a los mecanismos del instrumento y sonaba como si fuera nuevo.

un paso || minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora