30-No sé que decir...

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Desperté en un sitio que nunca antes había pisado. Quizás por miedo, quizás por inmadurez pero nunca había sido pisado por mi persona. Me entristecía estar en este lugar, por el monótono color de todos los objetos que había en la habitación. Estaba empezando a odiarlo.

Intenté levantarme de la cama pero estaba enganchada a un aparato que no lograba reconocer. Sentía miedo, de mi boca no salía palabra, no lograba comprender porque estaba tan atemorizada, sentía como en el fondo de mi garganta, mis cuerdas estaban entumecidas. Lo que momentos antes haya vivido tenía que ser muy temeroso para hacerme escalofriar cada vez que respiraba.

De repente de detrás de la puerta que había en un extremo de la habitación apareció una figura que poco a poco, a medida que se acercaba se hacía mas visible. En el momento que le ví la cara, recordé todo.

El hombre que había salido de detrás de la puerta, había sido la persona que hacía años me había abandonado, porque "padre" no se le podía llamar. Entonces volvió a sonar otra vez esa voz rasposa:

-Sheila, por favor escúchame y después puedes preguntar lo que quieras.

Asentí, al fin y al cabo no podia articular palabra, se sentó encima de la cama de al lado y empezó a narrar:

-Sheila, cuando yo salía con tu madre era un joven despreocupado. La dejé embarazada y lo acepté, me hice responsable de ti. Pero los médicos indicaron que no saldrías del todo sana. Como ahora mismo estarás pensando, no te dejé por eso a ti y a tu madre. No tenía suficiente dinero para manteneros a las dos y decidí buscar un trabajo, con la desesperación a flor de piel, entré en la mafia, acción de la cual me arrepentiré toda la vida. Dejé la vida de una persona inocente sin matar y vinieron a por mi, me alejé de vosotras por vuestra propia seguridad y mientras huía de la mafia me aseguraba de que no os faltara de nada.

Al cabo de pocos meses logré deshacerme de ellos y me enamoré perdidamente de una chica. La dejé embarazada y me encargué de ese bebe como no pude hacerlo contigo, al cabo de un tiempo de haber nacido el bebe, me enteré de tu existencia, sabía que estabas sana pero nunca reuní el valor para volver a ver a tu madre, desaparecí durantante unos años de la faz de la Tierra. Volví para intentar remediar el daño que hice y como ya és muy tarde para arreglarlo con tu madre, quiero arreglarlo contigo, Sheila. ¿Me podrás perdonar?

-Matthew, me hicistes mucho daño, si te perdonara no me lo perdonaría nunca, porque no sé si vienes para volverme a hacer daño.

-Sheila, por favor te prometo que no vengo para hacerte daño.

-Te perdono, pero quiero saber quien es mi hermanastro.

-Sheila, no se si estás verdaderamente preparada, creo que le daré la opción de que te lo diga él mismo. Matt...

Entonces Matt apareció por la puerta con los ojos rojos, indicaba que había llorado. No podía ser:

-Sheila, yo soy tu hermanastro- en ese momento empezó a llorar desconsoladamente-.

-Matt, ven aquí -nos abrazamos durante un largo rato-.Necesito pensar unos dias sola. ¿Vale?

Él lloró más, pero al final se secó las lágrimas con los puños de su jersei. Esto era demasiado difícil. Pero necesitaba unos días para pensar.

-Vale -dijo absorbiendo por su preciosa nariz-. Pero no olvides que te amo.

-Yo también te amo.

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Y bueno. ¿Qué os ha parecido?

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Se os quiere muchisimo ♥
Un abrazo de oso meloso a distancia.
Vuestra fiel escritora,
Pili =.=

Un antes y un despuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora