Capitulo 2

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Pasadas unas lunas, llegó el día de la boda. El reino entero estaba radiante de alegría mientras el rey Orión se casaba con la hermosa joven Maricruz. No pasó mucho tiempo hasta que, tras consumar el matrimonio, Maricruz anunció su embarazo. Orión estaba extasiado ante la noticia, seguro de que al fin tendría el heredero que tanto deseaba.

Sin embargo, la noticia no fue bien recibida por todos. Mirabella, la primera esposa, no podía soportar la idea de que Maricruz le diera al rey el hijo varón que ella nunca pudo tener. Decidida a evitarlo, se acercó a su sirvienta de confianza, Jimena, con quien compartía un oscuro secreto.

Jimena, antes de la llegada de Maricruz, había tenido intimidad con el rey en una noche de deseo. Aunque aquello había sido breve y sin compromiso, Jimena jamás olvidó su cercanía con Orión, y en su corazón albergaba una silenciosa obsesión por él.

—Debió haberme escogido a mí como su reina —confesó Jimena con amargura—. No puedo soportar verla a ella a su lado, esperando el hijo que yo jamás podré darle.

Mirabella, astuta, aprovechó esos sentimientos. Sacó una bolsa llena de monedas de oro y la puso en manos de Jimena.

—Usa esto. Viaja al Bosque Oscuro de Eldoria y busca a la bruja Morvella, ella tiene lo que necesitamos para asegurarnos de que Maricruz jamás le dé un heredero.

Jimena aceptó la misión sin dudar. Esa misma noche, bajo el manto de la oscuridad, cabalgó hasta el bosque maldito. Allí, entre árboles retorcidos y sombras amenazantes, encontró a la bruja Morvella, una mujer decrépita, pero con una mirada penetrante que revelaba su poder.

—Sé lo que buscas —dijo Morvela sin que Jimena tuviera que explicar—. Este brebaje hará lo que deseas, y nadie podrá culparte.

Jimena, aliviada, tomó la pócima y regresó al castillo. Al día siguiente, sirvió el té envenenado a Maricruz, quien bebió sin sospechar nada.

—Señora Maricruz, le preparé este té especial para mantenerla fuerte durante su embarazo —dijo Jimena con una sonrisa.

—Gracias, Jimena —respondió Maricruz, confiada, antes de beberlo.

Poco después, un dolor agudo recorrió su vientre. Se desmayó, y el palacio entró en caos.

Cuando Maricruz despertó, el médico le dio la noticia devastadora.

—Señora Maricruz, lamento mucho decirle que... su bebé no sobrevivió. Parecen causas naturales.

Maricruz rompió en llanto, mientras Jimena observaba en silencio, satisfecha por haber seguido las órdenes de Mirabella y, al mismo tiempo, vengar en secreto su propio dolor.

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