capitulo 21

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Después de la victoria sobre Hades, Savannah, los rebeldes y algunos guardias de Trovitan se quedaron en el palacio de Eldoria para reparar el caos que había dejado el oscuro rey. Mientras tanto, Perseo y Brishen emprendieron el camino de regreso a Trovitan, acompañados por guardias otros guardias de Trovitan, para dar las buenas noticias a sus seres queridos. Tras dos días de viaje, finalmente llegaron al reino.

Al llegar, los guardias informaron al rey sobre la situación y las valientes acciones de Perseo. Perseo, con el corazón rebosante de orgullo, se acercó a su madre, Mariam.

—Todo ha terminado —le dijo, sonriendo—. Podemos regresar a Eldoria.

Mariam lo abrazó con lágrimas de alegría en los ojos. Las noticias llenaron el ambiente de celebración, y Perseo se sintió satisfecho al ver a su madre feliz y aliviada.

Más tarde, Perseo se presentó ante el rey de Trovitan para pedirle la mano de su hija Nia. El rey, reconociendo el valor y la integridad de Perseo, le dio su bendición.

—Eres un buen hombre, Perseo —dijo el rey—. Mi hija estará en buenas manos contigo.

Mientras tanto, Brishen se acercó al padre de Sira, que resultó ser el guardia que había entrenado a Perseo. Sin embargo, la situación se volvió tensa cuando el guardia, protector de su hija, lo retó a un enfrentamiento, sin importar la fuerza sobrenatural que Brishen poseía.

Brishen, renuente a pelear, intentó evitar la confrontación, pero el guardia insistió, llamándolo cobarde. La ira se apoderó de Brishen y, en un arranque de frustración, le propinó un fuerte golpe que lo lanzó por los aires. La escena dejó a Sira furiosa por el daño causado a su padre, mientras que Perseo observaba la situación con una sonrisa divertida en su rostro.

¡Ya no quiero casarme contigo! —gritó Sira a Brishen, con los ojos llenos de furia.

A pesar de que el guardia finalmente les dio su bendición, Brishen pasó la siguiente semana tratando de convencer a Sira de que se casara con él.

¿Por qué no quieres casarte con Brishen? —le preguntó su padre, preocupado.

No quiero casarme con un salvaje —respondió ella, — ¡Mira cómo te dejó! señalando a su padre, que estaba con el brazo roto y varios rasguños visibles.

El padre de Sira la miró con seriedad y le advirtió que, si no se casaba con el hombre que amaba, se arrepentiría por el resto de su vida. Sin embargo, Sira se mantuvo firme en su decisión.

Los días pasaron, y aunque Brishen estaba triste por la situación, decidió rendirse. Regresó a Eldoria junto a Perseo, Mariam y un grupo de 200 nobles que el rey les había regalado como nuevos guerreros leales para reforzar su ejército.

Al llegar a Eldoria, Perseo sintió que había comenzado una nueva etapa en su vida, llena de desafíos, pero también de promesas.

Los meses habían pasado en Eldoria, y ahora Perseo era el rey. Nombró a su mejor amigo, Brishen, como el guardia real, mientras que los guardias traicioneros y cómplices de Hades fueron ejecutados. Aquellos que se habían opuesto a Hades y terminaron en prisión fueron liberados, y los que habían abandonado el reino regresaron al saber que Perseo estaba gobernando. La paz y la felicidad parecían abundar, pero no todo era tan sencillo.

Niria y Perseo estaban peleando por la boda. Niria quería casarse, pero Perseo se negaba hasta que su mejor amigo, Brishen, también encontrara una novia y se casara. Se justificaba diciendo que no sería justo para él ver cómo ellos se casaban y eran felices mientras su amigo seguía solo.

Un día, un guardia, que antes había sido un rebelde, entró en la habitación de Ares y le informó a Perseo que el guardia real de Trovitan había llegado con su hija, Sira. La noticia emocionó a Perseo y a Niria, quienes rápidamente salieron a recibirlos. Niria abrazó fuertemente a su amiga Sira, ya que hacía mucho tiempo que no se veían.

El Legado De Aldoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora