Capitulo 9

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Cebrián

Obedeciendo la orden del Rey, fui de reino en reino junto con otros once guardias en busca de la joven, pero no tuvimos éxito. La desesperación comenzaba a apoderarse de mí, y recordé las palabras del rey antes de salir del palacio: no regresara hasta que llevara a la joven ante él.

—Está anocheciendo, ¡tenemos que encontrar un refugio pronto! —grité, sintiendo que el tiempo se nos escapaba.

—Señor, encontramos una casa que parece estar abandonada —informó uno de los guardias.

—Bien. Debemos descansar y seguir buscando a la joven.

Entramos a la casa con antorchas en mano y la registramos para asegurarnos de que estaba vacía. Sin embargo, había una parte de la casa que aún no habíamos revisado: el sótano. Con cautela, bajé al sótano junto a tres guardias y ordené que nos separáramos para cubrir más terreno.

De repente, sentí un fuerte golpe en la cabeza que me hizo caer al suelo, dejándome inconsciente.

Marian

Desperté con un fuerte dolor de cabeza, y al abrir los ojos, vi que estaba en mi propia casa, amarrada a una silla. Unos guardias me habían atrapado y sostenían firmemente mis brazos. Grité que me soltaran, pero solo recibí miradas de desprecio. Al darme cuenta de que estaba en el sótano, mi corazón se aceleró.

Un hombre apareció, visiblemente aturdido por el golpe que había recibido por mi parte.

—¡Suéltenla inmediatamente! —gritó, el guardia y su voz resonó en el espacio oscuro.

—¿Te llamas Marian? —me preguntó con urgencia.

—Sí, ¿quién eres? —respondí, aún confundida.

—Te estuvimos buscando por todas partes. El rey se pondrá muy feliz de verte.

—¿El rey? —repliqué, sintiendo que mi estómago se revolvía al pensar en él.

—Sí, él quiere verte.

—No, no iré ante el hombre que intentó matarme por un absurdo...

—Lo siento, pero no me deja otra opción que amarrarte —dijo el guardia.

—¿Qué? —grité, sintiéndome atrapada.

—Inmediatamente, ¡guardias, amárrenla! Te llevaremos ante el rey al amanecer.

Me encontraba amarrada a una silla en el sótano de mi propia casa, bajo la vigilancia de tres guardias que, exhaustos, se habían quedado dormidos. Observé a mi alrededor en busca de una forma de liberarme y vi una daga que uno de los guardias había dejado sobre la mesa. Con cuidado, me fui acercando a ella a brincos hasta que logré tomarla y liberarme de las cuerdas.

Gracias a que era bajita y delgada, pude escabullirme y escapar gateando por una grieta que se encontraba en el sótano. Mi corazón latía con fuerza mientras corría en medio de la oscuridad, sin saber a dónde ir.

De repente, escuché un par de pasos acercándose más y más, haciendo que mi corazón se acelerara y corriera aún más rápido por el miedo. En mi prisa, tropecé con el tronco de un árbol y caí al suelo, golpeándome la cabeza contra una roca, dejándome inconsciente.

Cebrián

Desperté en el sótano, pero esta vez con un sentido de urgencia. Mis guardias seguían durmiendo, pero algo me decía que debía actuar rápido. Me levanté, aún con el dolor punzante en la cabeza, y fui tras Marian.

Al llegar al exterior, la noche había caído completamente. El aire era frío y la luna iluminaba tenuemente el camino. Vi una sombra moverse en la distancia.

El Legado De Aldoria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora