Capítulo 1

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Su erección le dolía, en verdad estaba muy dura y desesperada por venirse. Pero solo era calmada por las húmedas paredes que embestía con fuerza. Entraba cada vez más profundo haciendo que los gemidos de ambas aumentarán, la tomaba con fuerza de la cintura y mordía su cuello.

—M-me veng—Gimió alto para luego sentir el estremecer de su cuerpo—

—¡Ah!~

Su respiración era agitada, intentó controlarla y ubicarse en tiempo y espacio. Al ver a su alrededor y notar que estaba en su sala, bajo una manta la cual ahora estaba arruinada por su semen. Había sido otro sueño, ahí estaba otra vez la chica del sueño haciéndola perder las ganas de dormir y aumentaba la circulación de su sangre hacía otras partes de su cuerpo. Tal vez tomó de más, quizás el alcohol le alteraba demasiado, pero en definitiva tenía que hacer algo con su amigo.

—Maldición—Se quitó la manta de encima y como pudo buscó los pañuelos de las mesas junto al sofá—

Sin duda estaba algo ebria, entendió que cuerpo no daría para mucho en ese estado. Pero la erección la estaba matando y necesitaba liberal un poco de tensión. Desabrochó su pantalón liberando su alterado miembro, estaba muy dura, la chica del sueño si que la había calentado. Comenzó la labor manual mientras intentaba recordar que la hizo venir en un principio.

Sus delicadas manos que se aferraban a la piel de su espalda, sus senos que saltaban a cada embestida que le daba, esos labios que la hacen sentir los besos tan reales. Recordaba con todo detalle el interior de su vagina, tan perfecta, ella es tan perfecta.

Gruñó mientras se venía en uno de los pañuelos, recuperando el aliento y viendo a su amigo aún despierto y ansioso por más, comprendió que sería una larga noche.

(...)

—¡Soyeon! —Gritó la rubia de pelo corto despertando a un resacada y trasnochada Soyeon— ¿Puedes explicarme que es ésto? —Levantó uno de los pañuelos con las puntas de sus dedos lista para reprochar a su compañera— Podrías al menos soltar tus hijos muertos en tu habitación y no en la sala.

—No hables de mis hijos. —Se apoyó sobre sus codos para hablar con la rubia—Tuve una mala noche Yen, déjame dormir un poco.

—No puedo, la secretaria de tu médico llamó, tienes una cita en media hora. Levántate.

No podría negarse, después de no podía faltar a sus citas médicas. Se levantó para ir a arreglarse a su habitación, mientras Yeeun se ponía unos guantes para limpiar su desastre.

Podría sonar extremo, pero Yeeun ha hecho cosas peores para ayudar a Soyeon y viseversa. La amistad de ambas es tan fuerte como para perdurar durante los años, altos y bajos, siempre están la una para la otra. Soyeon se arregló como de costumbre, un jeans, botas y su chaqueta de cuero negro favorita. Se terminó de ver en el espejo y tomó las llaves de su auto para lanzarlas a Yeeun.

—Oye rubia. —Las atrapó en el aire sin casi tiempo de responder— Maneja tu, aún me duele la cabeza.

—¿Cuál de las dos? —dijo en burla—

—No seas idiota.

El camino fue lo mismo de siempre. Soyeon discutía sobre lo lento que conducía Yeeun, y está solo quería que Soyeon se callara para escuchar la canción de la radio. Viendo que sus quejas no darían fruto, se limitó a recoger algunas cosas de su auto. Buscando debajo de su asiento encontró su celular.

—De verdad estabas ebria, nunca dejas tu celular.

—Debo tener un millón de mensajes de...

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