II

839 35 1
                                        


Fue el vibrar de la van el cual logro que saliera del dormir en el cual me encontraba. Al abrir un ojo pude divisar la entrada de mi hogar no muy lejos de allí. Kiara, quien al parecer dormía muy cómodamente contra mi hombro se removió con molestia.

-¡Hey! Estaba durmiendo-

Moví la cabeza con gracia, JJ quien parecía estar teniendo una discusión entre murmullos con Pope se giró a mirarme con rapidez; le sonreí lo que causo que este me devolviera un guiño.

-Señores y también señoritas, a su izquierda podrán apreciar lo que es vivir en un lugar con calentadores de toallas- John B agudizo su voz para pretender ser un guía turístico.

Lo mire por sobre el espejo retrovisor con la mejor cara de poker que podía lograr. No era fácil de de esquivar el simple hecho que mis padres eran provenientes de familias adineradas lo cual aquello me repugnaba a un punto extremo. Mi padre dirigía la empresa que mantenía a flote la zona portuaria en Outer Banks, lo cual nos colocaba en una posición social del agrado de la mayoría de la ciudad, o era lo que mi padre quería creer. Claro era, que mi mundo colisionaba fuertemente con el de ellos. Mi hermano, quien adoraba ser visto como el atlético y apuesto hijo mayor de los Mayers aventuraba su vida en una forma totalmente opuesta a la mía, lo cual ello nos causaba tener una relación bastante tensa.

En otras palabras, querer lanzarle algo a la cara cada vez que un solo sonido saliera de su boca.

-No molestes JB- estiré mi mano hasta empujar su cabeza a un lado.

Al estar finalmente en tierra firme, un par de manos se colocaron en los bolsillos traseros de mis shorts. Causando que mi cuerpo girase, el rostro de JJ apareció muy aproximado al mío.

-Te olvidas de algo- murmuró coqueto.

Coloque ambas manos sobre sus hombros y asentí pretendiendo entender a lo que se refería. Siguiéndole el juego, mi rostro se aproximo al suyo con diversión; este cerró los ojos esperando algo que no llegaría. Rápidamente lo empuje dentro de la van con mi mano causando que Pope riera con fuerza. El rubio abrió sus ojos con molestia, cruzo sus brazos con el ceño fruncido y aparto la mirada con molestia.

-Lo siento Maybank, hoy no es tu día de suerte- le guiñé un ojo como él había hecho tiempo atrás y girándome en mi posición, me eché a correr por el sendero que conducía a la puerta principal. Pude sentir la bocina y luego ruedas que derrapaban contra el pavimento. Sonriendo abrí la muerta tratando de ignorar el sentimiento que inundaba mi pecho.

¿JJ realmente había querido besarme?.

No era como que el juego de coqueteo no estuviera presente, pero todo se volvía un circulo. Los juegos iban y venían pero cuando aquello no llegaba a un punto en particular el rubio se alejaba y colocaba un muro dejando un sentimiento de tristeza dentro. Pero lo cierto era, que después de tantos años acostumbrarme a ello no era más que parte de mi rutina diaria.

Un fuerte olor llego hasta mis fosas nasales, causando que mi mente se concentrara en aquel aroma. Dirigí mis pies hasta adentrarme a la cocina, y no muy lejos de donde me encontraba Mary Mayers danzaba de un lado a otro causando que sonriera con alegría. Aquella mujer, quien me había dado la vida, en su edad de adolescencia había sido una Pogue con todo el significado de la palabra. Su forma de ver la vida de una forma u otra me había inspirado a ver la vida que a mi padre no le hacía mucha gracia. Cuando de pequeña, la hora de contarme historias para dormir no se conformaba por princesas o dragones, siempre terminaban en puestas de sol sobre el mar y aventuras con sus amigos. Su largo cabello rubio, con algunas trenzas, se movían con libertad de lado a lado, mientras con su voz tarareaba una vieja canción que podía percibir como una mala imitación de Elvis Preasly.

Calypso || JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora