De cabeza

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¿Alguna vez se han detenido a pensar en cómo podía cambiar su vida de un día para otro? ¿Alguna circunstancia específica que le daría una vuelta de 180 grados a todo? Ella sí, y siempre sonreía sola al pensar que dicha situación sería ganarse la lotería de repente. Claro que para eso primero tendría que comprar un boleto, y para comprar un boleto debía tener 18 años. No solo 15, como era el caso.

No se quejaba de su vida, de hecho se sentía agradecida la mayor parte del tiempo porque a pesar de las limitaciones económicas que tenían, sus padres se esforzaban porque a ella no le faltara nada y siempre priorizaban su acceso a la educación por encima de otras cosas, por ejemplo al pagar el servicio de internet para que pudiera hacer sus deberes. Pero sabiendo que ese año cumpliría sus 16, no podía evitar sentirse un poco triste al ver en televisión las enormes celebraciones que en otros países hacían bien fuera con los 15 o con los 16 y se sentía triste porque eso sería algo que jamás le iba a pasar a ella.

Supo que algo iba mal esa mañana cuando el teléfono de la vivienda sonó y preguntaron por sus padres, al aclarar que se encontraban en el trabajo le dijeron que llamaban de su instituto por una reunión prioritaria al día siguiente. Anotó la hora que le daban y al colgar no pudo evitar sentir que era algo extraño, las clases empezarían en 1 semana y ella estaba esperando el inicio de estas para dejar de estar aburrida en su casa todo el día. Al llegar la noche la primera que llegó fue su madre, saludándola con un abrazo mientras terminaban entre las dos de preparar la cena, ella solía hacer lo básico y era su progenitora quien cocinaba lo más elaborado.

Le contó lo de la reunión a su madre y esta llamó de una vez a su trabajo, excusándose por no haber avisado con tiempo para el permiso y prometiendo reponer las horas. Cenaron solas pues su padre no había llegado aún y era probablemente porque había tenido la posibilidad de trabajar un par de horas extra, cosa que el hombre siempre aprovechada pues era un ingreso adicional.

La tarde siguiente ellas llegaron al pequeño auditorio de la institución, descubriendo que los padres de los estudiantes del curso superior también se encontraban allí. Se sentaron y esperaron hasta que el rector encendió el micrófono que hizo el característico sonido cuando está muy cerca de la bocina y por el cual todos querían taparse los oídos. Empezando a hablar un segundo después, disculpándose por la repentina reunión y el motivo de la misma.

- El plazo para recibir el giro del gobierno era la semana pasada, al no recibirlo hemos estado haciendo las averiguaciones y ya nos confirmaron que no llegará — los padres intercambiaron miradas, preocupados pues al ser una institución estatal dependían por completo de la financiación tanto gubernamental como de algunas fundaciones para su funcionamiento — hemos revisado que recortes podemos hacer y... bueno, la única forma que encontramos para poder funcionar este año de forma casi normal con el nuevo presupuesto es quitando los dos cursos superiores

- ¿Qué está diciendo? — ni siquiera volteó a ver qué madre había dicho eso

- La reunión es precisamente para decirles que este año el penúltimo y último curso no serán dictados, no podemos costear los profesores y el mantenimiento respectivo de los laboratorios que requieren sus hijos

- ¡Falta una semana para empezar las clases! ¡¿Qué pretende que hagamos a estas alturas?!

- ¡No pueden hacernos esto!

- ¡Nuestros hijos no se pueden quedar sin estudiar!

- Calma padres, por favor — sin duda el rector había esperado una reacción de ese estilo — he estado hablando con otros rectores en la ciudad, tocando puertas y tratando que reciban aunque sea de a uno de sus hijos, ha sido una semana ajetreada pero logré conseguir 76 cupos en otros institutos del estado — por fin hubo una especie de silencio

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora