Prólogo

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El viento de aquella fría tarde de invierno parecía querer llevarse todos los sombreros y bufandas pertenecientes a las distraídas personas que no las sujetaban al salir a la calle. WestPoint, tres calles después del río, se encontraba concurrida. Había una larga fila que terminaba una cuadra después de un antiguo teatro. 

El lugar no estaba decorado con nada extraño, incluso el cartel que citaba " El show del Gran Jinete" estaba descolorido. Las letras grises, que antes eran de un llamativo negro, ahora eran la sombra del antiguo esplendor del gran mago que se presentaba allí. 

Peter Conrad se encontraba nervioso tras bambalinas. Alquilar aquel lugar era costoso muy a pesar del estado abandonado del mismo. Conrad se miró una vez más al espejo. El maquillaje blanco que lo caracterizaba ayudaba a cubrir sus marcas de cansancio. Sus ojos negros brillaban con esperanza. Debía ser positivo. 

—Peter, ya es hora —avisó John, su joven ayudante. 

—Enseguida salgo —dijo sin la necesidad de alzar la voz. 

Se pasó de nuevo una mano por su cabello. Ya casi no le crecía a causa del estrés. La luz de la habitación era escasa, apenas una lámpara de aceite. Sin ánimo de hacer esperar al público, se arregló bien el saco del traje negro y se puso el sombrero de copa a juego. 

Había llegado la hora. 

El pasillo para llegar al escenario parecía más un callejoncito donde los habitantes de la ciudad tiraban sus desechos. "Era lo único que podía pagar", se convenció al escuchar el crujir de la madera a su costado. Por una de las vigas secundarias, una familia de ratas grandes y grises había comenzado a pasear. 

Tragó grueso, esperando que las ratas no llegaran hasta el público del teatro. Subió al escenario y respiró hondo. Los ojos cafés de John lo observaban orgullosos. 

El ayudante apenas tenia catorce años, pero era tan alto que parecía alguien mucho mayor. Sus trabajos en labores dependientes de esfuerzo físico habían desarrollado su cuerpo prematuramente. John estaba ansioso, entre sus manos sujetaba la gruesa cuerda con la que se manipulaba todo el sistema de poleas que ayudaba a abrir el telón. Al recibir la señal de Peter, estiró lentamente de la cuerda. 

Los aplausos comenzaron a llenar el teatro. John observó a Peter avanzar hacia el público, comenzando con su monólogo de bienvenida. Su trabajo estuvo terminado en cuanto amarró la cuerda a uno de los soportes de la alta estructura de las luces. 

En la tercera fila de bancos acolchonados marrones, justo en el extremo, Cloe Watson, una señorita de cabello oscuro y tez blanca, apretaba entre sus manos sus guantes verdes. Su sombrero negro ayudaba a ocultar sus ojos. 

"Jamás me pareceré a estas personas", pensaba observando al público a su alrededor. Ella no tenia los medios para pagar algún espectáculo, por más que fuera en un teatro tan descuidado como aquél. 

El día a día era muy difícil para una mujer sola que apenas conseguía algo de ropa y un sitio para dormir. No tenia los suficientes conocimientos para ser aprendiz de nadie y trabajando como limpiadora apenas conseguía algunas monedas.  

El público estalló en risas, quitándola de su ensoñación. Aquella noche podría ser el cambio radical que había estado rogando al cielo. Se colocó de nuevo los guantes, adentro le llegaba parte de la brisa que se colaba por la puerta de la entrada. 

—Y ahora, como el acto principal de la noche, desafiaré todas las fuerzas de la naturaleza —atrajo la atención de Cloe. Peter se veía muy convencido y ella esperaba no decepcionarlo—. Voy a pedir la ayuda de mi fiel ayudante... —La atmósfera de misterio comenzaba a intensificarse. 

The Perfect Couple || Steve Rogers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora