Bruce Banner se había dado cuenta de que Cloe casi no podía mirarlo a la cara. Había transcurrido cuatro semanas desde que ella estaba entrenando en el edificio. La había visto en contadas ocasiones y en ninguna de ellas, Cloe había sostenido su mirada. Era evidente que la atemorizaba y por eso tenía que hacer algo.
El Dr. caminó hasta el comedor y se acercó a la mesa de la mujer.
—¿Puedo hablar contigo?
Ella no pudo evitar demostrar sorpresa y después de unos segundos asintió repetidamente.
—Aun no me he disculpado por el suceso de la tienda. Si yo no hubiera perdido el control, tú seguirías viviendo como lo has estado haciendo todo este tiempo.
La expresión de arrepentimiento de Banner le dio pena. Un hombre tan inteligente como él se preocupaba por lo que sentía una mujer tan común como ella. Comprendió que las acciones de Hulk podrían estar cargándole la consciencia desde su primera aparición y Cloe no iba a contribuir con ello.
—No es tan malo aquí —extendió las manos en dirección a los demás en el lugar—. No te guardo rencor, comprendo que no fue tu culpa. Así que tranquilo, las cosas suceden por algo —le sonrió con sinceridad.
—Yo... eres realmente amable —Bruce comenzó a buscar algo en sus bolsillos—. Quisiera obsequiarte estas entradas para que puedas regresar una noche a tu antigua vida.
Cloe las tomó en sus manos y sonrió al ver que las entradas eran para una noche temática.
—¿Quieres ir conmigo? —preguntó divertida.
—Eso no es lo mío —arrugó la nariz—. Estoy seguro que encontrarás a alguien —aventuró antes de marcharse.
Cloe siguió comiendo sin despegar la vista de las entrada. Tenía que pensar a quien invitar. La jornada ya estaba terminando y el evento era la siguiente noche.
Después de juntar sus cosas, fue rumbo al estacionamiento donde tenía una vespa de color naranja estacionada. La había adquirido tres días antes, así podía llegar un poco más rápido al edificio, en caso de levantarse tarde. Los entrenamientos la dejaban tan exhausta que algunas veces no escuchaba la alarma del despertador.
Al llegar a su casa, eligió un disco de canciones lentas y se balanceó hasta llegar al ropero. Tenía unos cuantos vestidos ideales para el evento. Uno de los cuales era de color verde claro. Quitó la prenda y la extendió sobre una silla.
Un instante después, el timbre llamó su atención. Al abrir la puerta se encontró con Steve, quien le enseñó una billetera que le pareció muy familiar.
—La dejaste en los vestidores.
—Gracias, ¿quieres entrar? —le dio paso.
Steve se fijó en que el tocadiscos estaba encendido. La suave música inundaba todo el lugar.
—Mañana es mi día libre, así que estoy doblemente agradecida.
Cloe le sirvió un vaso de jugo de piña y se sentó a su lado en el sofá. Rogers vio las entradas que estaban encima del brazo del sofá. Recordó haberlas visto antes en el laboratorio del Dr. Banner.
—Me las obsequiaron hoy —comentó cuando se le ocurrió que él podía acompañarla—. Con muy poco tiempo, tal vez deba ir sola.
Cloe no pudo aguantar mucho tiempo la expresión de incertidumbre en el rostro. Ambos comenzaron a reír juntos cuando él comprendió lo que quería decir.
—Yo iré contigo —dijo Steve, se levantó, dejó el vaso en el piso e hizo una reverencia en dirección a la mujer. Ella esperó a qué le ofreciera la mano para aceptar y levantarse.
—No sabré bailar mágicamente —le advirtió cuando rodeó el cuello de él con sus manos.
—Mírame a los ojos.
Cloe dio todo de sí para evitar mirar hacia abajo. No quería pisarle los pies al capitán. Rogers la tomó de la cintura, acercándola más y logrando que ella ya no pudiera ver sus pies. Se quedaron quietos, mirándose fijamente.
—¿Derecha o izquierda? —inquirió ella con impaciencia.
—Comenzaremos por la derecha.
—Casi me siento en el entrenamiento. ¿Quién te enseñó a bailar?
—Tuve mucho tiempo para aprender. Sam y Natasha me llevaban a conocer nuevos lugares.
— Oh, pero los lugares actuales son muy diferentes. No tienen luces y las músicas son extrañas. La última vez que fui a uno de esos lugares, casi salí huyendo de la incomodidad. Algunas parejas parecían no darse cuenta que estaban en público.
—Entiendo bien tu punto. Y si te das cuenta, ahora ya estamos bailando.
Cloe se detuvo cuando se dio cuenta de que había seguido los pasos de Steve por unos minutos.
—Lo siento. Comenzaremos de nuevo —se repitió muchas veces en su cabeza que no debía ser tan difícil.
El capitán fue muy paciente. Lo intentaron varias veces hasta que lograron bailar sin ninguna interrupción.
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The Perfect Couple || Steve Rogers
ФанфикSteve Rogers estaba por descubrir que no era la única persona que se sentía extraño a la época en la que vivía. Steve Rogers x Female OC