Colocaste los hielos en el interior del vaso de cristal, seguido del líquido transparente vertirse dentro de él; le diste un sorbo para tratar de calmar tu sed debido al clima húmedo y caluroso que se encerraba en las paredes del apartamento de Nanami en la ciudad de Tokyo.
Ni si quiera recordabas porqué llevabas puesta una camiseta blanca de algodón en vez de tu uniforme de trabajo, que, debido al clima, agradecías no saber donde lo habías dejado; esa ropa con capas y capas de tela, te hubiese causado insolación.
Caminaste hacia la habitación donde se te había prohibido entrar hoy, por la entrevista de trabajo que tendría Nanami para lograr un ascenso de puesto.
El sonido de la puerta abriéndose sorprendió al rubio, sin embargo, prosiguió hablando a la cámara, ignorando tu presencia.
Te sentías demasiado caliente en ese momento y no hallabas que hacer para calmarte, no sabias si era reacción de tu cuerpo al clima o por el simple hecho de verlo sentado atrás de su escritorio de caoba, usando uno de esos trajes de seda que le sentaban muy bien a su figura.
¿Realmente harías esto?, aún sabiendo que habría repercusiones por portarte mal, decidiste comenzar tu travesura.
Te posaste detrás de la computadora, y comenzaste a desabotonar poco a poco el atuendo que portabas, dejando expuesta tu ropa interior rosa de encaje.
El chico reaccionó sorprendido ante tus acciones, y te lanzó una mirada fulminante, haciéndote saber que lo que estabas a punto de hacer, era muy mala idea.
Pero después de todo, sería divertido, ¿no?. Adorabas fastidiarlo y provocarlo en los momentos menos oportunos. Sabias que se enojaría y te reprendería; así era el juego.
Te agachaste y comenzaste a gatear por debajo del escritorio, para llegar a su entrepierna.
Al sentir el roce de tus manos sobre la tela de sus pantalones, se tensó e hinaló profundamente para intentar tomar control de la situación, mientras las preguntas sobre su experiencia laboral no cesaban de la videollamada.
Sabía que no podía hacer nada que hiciera a sus jefes sospechar que algo anormal estaba ocurriendo; así que se delimitó a respirar pesado.
Bajaste el cierre de sus pantalones, pero su mano te detuvo.
— Permítame un segundo — dijo Nanami antes de desactivar su cámara y micrófono — ¿qué crees qué haces? — preguntó en un tono serio.
Mordiste tu labio, sonriendo; se notaba inquieto, pero no podía reprenderte ahora puesto que no tenía disposición de tiempo debido a la situación en la que se encontraba.
— Tengo sed — soltaste en un hilo de voz.
Una sonrisa se perfiló en su rostro, gozando la situación.
— Te gusta ponerme en aprietos ¿eh? — te miró, y seguido a ello, sentiste su pulgar pasar lentamente sobre tus labios — pobre gatita sedienta — susurró.
Sus palabras causaron en ti un vuelco en tu corazón, y sentiste la adrenalina dispararse por todo tu cuerpo.
La videollamada se había retomado, y te sentías ansiosa por saber las formas en las que reaccionaría él ante tus estímulos.
Bajaste el cierre, y despojaste un poco las capas de ropa que cubrían su zona íntima; de pronto te hallabas con su gran miembro justo delante de tu rostro, se hallaba erecto e hinchado, parecía dolerle. Tenía un lindo rosado que se iba difuminando por el tronco del mismo, el líquido preseminal salía de la punta.
Notaste que la voz de Nanami estaba comenzando a cortarse mientras seguía conversando sobre finanzas; los jadeos tampoco tardaron en hacerse presentes.