- NOOOOOOOOOO- gritó Dara luego de levantarse agitada de su cama.
- Estuve durmiendo por dos días enteros. Soy una morsa.- decía mientras se tocaba los ojos llenos de lagañas. Se dirigió al baño, tomó una ducha caliente y luego se preparó un rápido desayuno. Al terminar salió a la calle en dirección a su pequeño puesto de alimentos.
- Por fin apareces muchacha. ¿Dónde has andado?- preguntó la señora de los pescados. Como muchos otros de los comerciantes del lugar, se encontraban preocupados por ella ya que era una de las vendedores más jóvenes y amables de allí.
- Ah... eso.. es.. que... me quedé en lo de una amiga que vive a unas horas de aquí.- contestó Dara. Tuvó que mentir. Le apenaba mucho decir que se había pasado dos días enteros en la cama durmiendo. 78 horas usadas para el ocio.
- Que joven. Me alegra que hallas tomado un descanso. Recuerda que debes disfrutar la vida, tú que vives para trabajar y no trabajas para vivir.- replicó la buena señora.
Largando una simple pero falsa risa, Dara se retiró a su puesto para desmantelarlo. Colocó todas las frutas a disposición y esperó sentada por clientes bajo el radiante sol. Las horas pasaban pero las ventas no eran muchas. Sólo compraban manzanas y peras. Se ve que el clima antojaba estas frutas. De repente un muchacho se acerca al puesto y dice:
- ¿Podría probar las uvas?-
- Adelante. Están frescas, agarrá tranquilo.-
El joven introdujo una sola uva verde en su boca y estuvo un buen rato para saborearla.
- Delicioso. Me llevo un kilo por favor.-
- A la orden.- mientras Dara preparaba las frutas, no pudo evitar verlo. Era perfecto. Más la luz brillante del sol de fondo, se podía observar la excelente figura del joven. Sus hermosos ojos negros y sus perfectos rizos castaños. Se había enamorado. Sabía que era amor a primera vista, lo sentía en su corazón que latía sin parar. Parecía que iba salir de su pecho en cualquier segundo.
- Aquí tienes. Son 17 pesos.- dijo ella mientras con una mano temblorosa le entregaba la bolsa al muchacho, quién de inmediato sacó el dinero correspondiente. Se intercambiaron los bienes y Dara pudo sentir cómo una corriente eléctrica corría por todo su cuerpo al momento en que sus manos tomaron contacto. Estaba más que claro, sabía que eran el uno para el otro. Esa energía lo decía todo.
- A propósito soy Frederick.- dijo y le sonrió mientras Dara se derretía al mirarlo.
- Mañana volveré aquí, espero que estés mi hermosa flor.- volvió a decir desde la distancia. Se estaba lleno y ella no había podido decirle como se llamaba.
- Emm. ... Chau..- murmuró ella aunque sabía que él no la podía escuchar despidiéndose. De repente las señoras clientes comenzaron a cotillear lo que habían presenciado. Se escuchaban "Viste eso Ingrid, esa muchachita conversaba con tan bello joven. Creo que han encontrado el amor.", "No digas eso que él es el guapo y ella tan solo una vendedora de frutas.", "Sabes.. vieja testaruda, el amor va más allá de esas cosas", "Lo dudo." Cayó la noche y Dara guardó todas las mercaderías sobrantes para el día siguiente. Saludo a todos los comerciantes a su alrededor, diciéndoles "Buenas noches". Caminó sola hasta llegar a su edificio y se dirigió a su cálida cama, en donde durmió en seguida. Solo con él, Frederick, su amor.
A la mañana siguiente, como rutina fue al baño, desayuno y fue rápido al trabajo en espera de ese joven. Las horas pasaban y no había presencia de él. Se frustró e intentó sacarselo de su mente mientras repetía para sus adentros "tonta, tonta, tonta. Eres una tonta Dara. Deja de pensar en él."
- ¿Cómo estás?- una linda voz apareció.
Sorprendida ella dijo:
- Frederick, volviste.- mientras sus mejillas se tornaban rojas. Estaba más que feliz por verlo.
- Ayer te dije que vendría por ti. O es que ¿ya te has olvidado de mí?- dijo riendo.
- No, no. Para nada. Me llamó Dara, ayer no llegué a decírtelo.-
- Dara.. que exquisito nombre. Es bello pero no supera tu hermosura, créeme.-
Dara podía sentir como su cuerpo entraba en calor, estaba más nerviosa que nunca.
- Se que es inoportuno, pero me gustaría invitarte a salir esta noche mi lindo caramelo.-
- Emm.. si. No tengo problema. Termino a las 8, así que pasame a buscar a las 9.-
- Con gusto.- dijo él besandole la mano a Dara. Ella estaba más que muerta por él. Le pasó la dirección de su casa y luego Frederick se marchó pero antes la agarró del rostro y muy cerca de ella murmuró:
- Ya quiero que sea de noche y hacerte mía.-
Eso la líquido. Ella también esperaba a la oscura noche con ansias sólo para poder verlo. Así pasaron las horas hasta que pronto el sol cambio de lugar con la luna. Cerró rápido el negocio y con sus delicadas piernas corrió hasta su casa para cambiarse y producirse. Estaba hermosa. Se había puesto un vestido hasta las rodillas blanco con encaje y unos tacones que hacían que sus glúteos parecieran más redondos de los que ya son. Su maquillaje no quedaba atrás. Parecía una modelo y era la primera vez que se producía tanto.
Ding... dong.... ding...... dong....
Sabía que era él y rapidísimo bajo a abrirle.
- Vaya, estas hermosa. Si la belleza fuera pecado, no tendrías perdón de Dios.- dijo Frederick vestido muy elegante para la ocasión dejando a Dara con la boca semi abierta. La llevó a su auto y manejó hasta la ciudad. Primero la llevó al cine a ver una película romántica mientras compartieron pochoclos dulces y luego la llevó al parque a caminar. Estuvieron horas hablando solamente de cada uno mientras el frío de la noche hacía que caminarán abrazados el uno con el otro. Cuando se hizo muy tarde, la trajo nuevamente a su casa. Una señorita no debía estar tanto tiempo en la calle.
- Llegamos.- dijo Frederick un poco desilusionado.
- Gracias, me lo he pasado genial. Fue una noche hermosa.- dijo ella.
- Yo igual, gracias a ti.- agregó el joven. Quedaron en silencio unos segundos ya que no sabían que hacer hasta que Dara dijo:
- Bueno, me voy. Gracias por todo. Adiós.- antes de que pudiera bajar del auto, él le sujeto el brazo y la trajo hacia él para robarle un beso que terminó siendo muy apasionado. Luego bajó del auto contenta y entró a su casa mientras Frederick le decía.
- Mañana, vuelvo para verte.-
Y así lo hizo. Volvió todas las noches y sus citas románticas no dejaron de crecer. Primero eran unos días, luego esos días se hicieron semanas que terminaron siendo meses. Terminaron siendo 6 apasionados meses. Mientras tanto, en el cielo, Can se levanta completamente curado y le pregunta a Deen:
- ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?-
- Seis horas.- respondió el amo de los cielos.
- Y ¿Dónde está Dara?-
Está vez Deen prefirió guardar silencio.
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El príncipe de los muertos
RomanceEl príncipe Can es el encargado de purificar las almas de los muertos y castigar aquellas que sean subversivas, mientras que su hermano Deen, gobierna el cielo. Así vivieron por millones de siglos hasta que un alma escapa del inframundo hacia el mun...