Capítulo 4: Ojos que ven corazón que si siente (Parte I)

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P.V.O Luna

Era miércoles y caminaba sin saber ni siquiera a donde. El ruido de mis pisadas, al entrar en contacto con las hojas secas que habían en el bosque, inestabilizaban el silencio que había. Llegué hasta la zona más cercana al lago, cuanto más verde estaba todo mejor me sentía, amaba los lugares fríos y húmedos.

Me senté en uno de los troncos que estaban mas cercanos al suelo, dejé en el suelo las violetas pícaras (alejan a los torposoplos), saqué mi cuadernillo y un lápiz y comencé a trazar líneas. Al principio no tenía forma, era algo totalmente extraño, sin sentido alguno, un par de ondas por aquí, curvas por haya y de pronto el dibujo cobró sentido. Era como si la pudiera tocar, era tan real que mis mejillas ardieron de solo pensarlo. Casi me acercó a la realidad en el boceto que estaba observando, pero quedaba muy atrás, alcanzar la perfección no era fácil. Sonreía igual que siempre, sostenía una de sus flores preferidas, una rosa, y parecía tan absorta de lo que pasaba a su alrededor… No pude evitar soltar un suspiro, sin quererlo me había enamorado de la belleza que había dibujado, de su pelo rojizo y sus ojos marrones, de la forma en la que me sacaba la lengua cuando la hacía rabiar, de todas y cada una de sus pequeñas arruguitas al sonreir… Si, me había enamorado de Ginny Weasley, mi mejor amiga, pero sobre todo la mujer que deseaba con locura que algún día estuviera junto a mi.

Guardé el cuaderno de nuevo y me recosté sobre el tronco, mirando el cielo por las rendijas que los frondosos árboles permitían. Entre cavilación y cavilación oí unas risas que provenían de la orilla del lago, distinguí una de ellas a la perfección, era la de mi Gin, me controlé por no salir corriendo efusivamente y fui con paso tranquilo. Cuando estaba llegando me di cuenta de quién estaba con ella. Hermione. No la odiaba, pero si la envidiaba, Ginny solo tenía ojos para ella, y como la miraba… eso era lo peor, hacía que se me clavaran miles de cuchillas justo en el vientre, la forma en la que la contemplaba era amor, casi tanto como el que sentía yo por ella.

Salí por fin de entre los árboles, y no pude contener una lágrima traicionera. Ginny estaba sobre ella, sobre esa leona que me hervía la sangre por no saber la maravilla que tenía delante. No pude distinguir lo que decían pero cuando se acercaron peligrosamente no lo soporté más.

-Ginny, Herm os estaba buscando- saludé efusivamente y miré a ambas sentándome al lado de Hermione- ¿Qué hacíais aquí chicas?- me abrigué más, el frío en esta zona era más evidente. Miré de reojo a Ginny, estaba roja de la vergüenza y yo de ira, éramos un par de tomates en ese momento.

-Nada, solo le daba clases a Gin, me pidió ayuda y bueno…- empezó a relatar lo que había pasado, saltándose la última parte como no, pero yo ya estaba poniendo en marcha mi cabezita. Ginny no necesitaba ayuda en clases, era de las primeras, todo era una gran mentira para acercarse a Hermione.

Tras varios minutos incómodos decidí irme a mi segundo lugar favorito, las gradas de Ravenclaw, un lugar tan simple pero que contaba tantos secretos. Estaba situada justo debajo de la torre, una de las partes en las que te podías esconder perfectamente, un sitio en el cual tuve que morderme el labio por la rabia contenida, por el hecho de no haber sabido aprovechar lo que ella me confesó.

Flash back

Era como uno de esos tantos días de Enero, llovía y estaba empezando a anochecer. Yo decidí ir al campo de quiditch, ni siquiera tras llevar 3 años en Hogwarts lograba encontrar mi sitio.

Corrí hasta refugiarme en las gradas de Ravenclaw, cuando unos sollozos me sobresaltaron. Me giré y comprobé que Ginny Weasley estaba ahí, empapada y temblando por el frío, intentando respirar pausadamente a duras penas. Me acerqué y me senté en frente de ella.

-Ginny…- levantó levemente la cabeza y un mar de lágrimas recorrieron sus mejillas. No pude decir más, simplemente me abrazo y la deje que se desahogara libremente. Tras casi una hora sin hablar se incorporó y me miró seriamente.

Pecar no es sólo de muggles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora