P.V.O Ginny
Ya habían pasado tres semanas y yo seguía sin saber como decirle a Herm lo que sentía, sin haber aclarado mi mente en cuanto a los sentimientos con Luna.
Me encontraba en la biblioteca, tomando los apuntes de pociones que Luna me había prestado.
Nuestra relación como amigas ya no era la misma, pasábamos de estar bien al enfado instantáneo. Cuando no nos veíamos decía que era por culpa de esa traga libros, y cuando nos veíamos a menudo me preguntaba si Hermione estaba ocupada. Si la respuesta era afirmativa llegaban los golpes en la mesa y se iba como alma que lleva el diablo, si por el contrario era negativa, creía que mentía y caíamos en el bucle de la discusión.
Oí unos pasos dirigiéndose a mi mesa. Al levantar la cabeza pude ver su mirada azul y fría.
-¿Has acabado ya?- su voz soñadora quedó anulada por esa autoritaria.
-No, aún me qu…
-Pues date prisa, no tengo todo el día- no pude si quiera rechistar- Has tenido tiempo de sobra, si la viste dímelo, pero no me mientas.
-¿Qué pasa contigo? No he visto a Hermione, ni siquiera he salido de esta biblioteca para poder copiar esto- levanté el pergamino con cara de frustración.
-Ya claro, que casualidad que vengas justamente aquí- se cruzó de brazos.
-Luna, nunca te he mentido, joder
-No te creo Ginevra, eres una mentirosa, y yo no estoy dispuesta a tolerar que me utilices para lo que se te antoje y cuando se te antoje.
Me levanté bruscamente, tirando la silla con el pie, quedando a la altura de Luna.
-Escúchame bien Luna, porque solo te lo diré una vez- se encogió asustada- Te quiero. Y si no quedo con Herm, si no estoy con ella, es por ti, porque no te quiero perder. Pero no me pidas que de la noche a la mañana aclare lo que siento.
-Pero ya han pasado tres semanas y si…- le tape la boca para acallarla.
-Tu tardaste años en declararte, y yo mientras esperé, olvidando lo que sentía, y ahí apareció Mione. Con ella me centré plenamente y me enamoré. No pretendas que todo sea tan fácil cuando hemos negado los sentimientos Luna- le aparté un mechón de su pelo rubio y me acerqué- solo espero que cuando llegue el día no me dejes sola- la pegué a mi, sintiéndola temblar como una hoja. Toqué sus labios, primero lentamente , luego reconociendo ese sabor a mora que tanto extrañaba. Le acaricié las mejillas y seguí besándola, cerciorándome de que aún la quería. Cuando me aparté y la miré sus dos luceros azules estaban inundados en lágrimas.
-Luna ¿qué…? ¿Qué te pasa?- la sostuve por los hombros, angustiada.
-Ginny por favor… piénsalo bien. Sé que la amas, he notado como la miras.- hablaba entrecortadamente, recobrando su voz débil- pero no olvides nuestro pasado, nunca.
Me abrazó, intentando alejar todos los pensamientos que surcaban por su cabeza. Tenía claro que Luna era mi pequeña, y no quería verla sufrir.
Volví a la sala común después de hablar un rato con la rubiales. Por el camino Herm me interceptó.
-Gim- me abrazó alegremente-¿Tienes algo que hacer esta noche?
-No, ¿por qué lo dices?
-Bueno, había pensado que ya que hace bastante que no hablamos, podrías quedarte en mi cuarto a dormir.