P.V.O Draco
¿Cómo había llegado hasta este punto? No necesitaba a una amiga en quien confiar, no precisaba de una sangre sucia para contarle mis secretos, pero ella… maldita sea, ella lo cambiaba todo.
En sus ojos no había frialdad o segundas intenciones, simplemente cuando me sonreía o me hablaba lo hacía porque quería, no como sucedía con el resto de “amigos” que me rodeaban, quitando a Blaise, claro está.
Cuanto más lo pensaba, más me aterraba la sola idea de qué ocurriría después de que mis compañeros de casa, o peor, los suyos propios, supieran de nuestra extraña “amistad”. ¿Nos matarían? ¿Nos torturarían y nos harían cantar canciones ridículas como “la oveja del mago Dubby” o esas tan extrañas de los muggles como “la cucaracha”? ¡Qué demonios! No me debía de importar, pero lo hacía, porque ella estaba en medio de toda esta locura, y no permitiría que la ofendieran.
La verdad es que prometía ver las caras de Potty y Weasly pis, cuando Granger y yo intercambiáramos alguna que otra palabra.
Mi mente comenzó a divagar… otra vez. Todavía recordaba su agarre en mi cintura, la fuerza con la que se aferraba por miedo a caer. Fue la primera vez, en toda mi vida, que alguien confiaba en mi, sin tener un plan B, sin siquiera amenazarme, bueno… al menos no realmente. No podía sacármela de la cabeza por mas que lo intentaba. Es que esos ojos… ¡Qué ojos! ¿Cómo no me había dado cuenta antes?
Cerré las manos fuertemente formando puños, me tensé completamente. Sabía muy bien a quién darle las gracias por tener esos prejuicios, al gran gilipollas Lucius Malfoy.
“Asquerosa sangre sucia” Venga ya, ¿en serio? Incluso en cuarto me producía de todo menos asco o repulsión.
Si algo tenía en claro desde que entable conversación con Granger, era que no se parecía en lo más mínimo al resto de chicas. No se preocupaba por si tenía el pelo en su sitio, no se maquillaba, solo llevaba una leve línea negra que delineaba sus ojos, casi indetectable, y eso la hacía aún más atractiva.
Un golpe de nudillos me despejaron la mente por completo. Por ella entró Blaise, el cuál tenía un semblante serio.
-Tío, no sé, lo que te habrá encomendado el Señor Tenebroso, pero no creo que se acercarte a la fiel amiga de Potter- sentí que mi rostro comenzaba a tomar un tono escarlata. Blaise era mi amigo, pero no obstante, no tenía derecho de meterse en mis asuntos cuando quisiera.
-Zabinni lo que yo haga o deje de hacer, no es asunto tuyo ni de nadie.
-Lo sé tío, pero… ¿por qué haces esto Draco? Quiero decir, tanto tu como yo no vamos con ese rollo de los sangre sucias, ¿por qué cambiaste de idea y seguiste adelante con esto?
Me llevó mi tiempo el saber como contestarle a Blaise, no quería que supiera por lo que estaba pasando, odiaba que sintieran lástima por mi.
-No es simple la verdad, no espero que me entiendas- me pasé la mano por el pelo- Es por mi padre Blaise, si no lo hacía, si no me unía a ellos lo iban a matar, le dieron un ultimátum, y no solo a él… también a mi madre- Blaise comprendió el porque de seguir ocultando mis verdaderos ideales.
-¿No hay nada que puedas hacer?- negué con la cabeza.
-Y no solo eso, hay más- me levanté de la cama y me dirigí a la mesa donde descansaba mi cuaderno- lee la página 26.
Espere varios segundos hasta que la expresión de desconcierto de mi amigo me empujo a que le explicara.
-Es el cuaderno de mi madre, ¿recuerdas que en el se escribía todos los mayores secretos que tuvieras aunque siquiera los supieras?- Blaise asintió levemente, comenzando a entender por donde iban mis deducciones- Me gusta Granger, de una forma que pensé que nunca podría sentir. De una manera que no es para nada físicamente. – volví a sentarme con los codos apoyados en mis rodillas, sosteniéndome la cabeza- No sé porque sigo adelante con el plan, podría pedirle ayuda al viejo ese, pero temo que maten a mi madre, o incluso a Granger por saber mis sentimientos hacia ella.
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