Capítulo 2: Su olor

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P.V.O Hermione

Genial, el primer día y ya llegaba tarde al desayuno gracias a la manía que tiene mi pelo de creerse una melena de león. Me llevo un par de buenos minutos hasta que me rendí y decidí hacerme una coleta, me puse el uniforme y baje corriendo las escaleras. El problema de ser prefecta era ese, nadie sin mi consentimiento podía entrar en la habitación, y a mi se me había olvidado decirle a Ginny, seguro que la pobre estuvo un rato tocando la puerta sin ningún resultado.

Al llegar al gran comedor divisé a mis amigos sentados en la mesa, el sitio que quedaba libre era al lado de Ron así que me senté después de haberlos saludado.

-¿Se te pegaron las sabanas Hermione?- sonreí haciéndole una mueca al pelirrojo, ya que justo esa frase la empleaba yo mucho con ellos.

-No, mas bien la leonera de mi pelo- cogí un vaso de jugo de calabaza y un par de tostadas con mermelada. - ¿Ya repartieron los horarios?

-Si, te cogí el tuyo- Harry me tendió un pergamino con las horas que teníamos. Yo por ser tan exigente tenía dos asignaturas más impartidas el viernes después de la hora del almuerzo.- no sé porque te empeñas en dar esas dos asignaturas, no sirven para nada.

-No tengo claro a que quiero dedicarme cuando acabe los estudios, por eso cuantas más asignaturas pues mejor- doble mi pergamino y lo introduje en mi maletín de clases. Me fijé en que mi amiga pelirroja no había dicho nada en todo el almuerzo exceptuando cuando me saludó.- Ginny, ¿te sucede algo? Estás muy callada.- observé que estaba levemente sonrojada y que mi tono de voz la sobresalto.

-¿Eh?... ¡Ah no! Solo estaba pensando en que… bueno, este curso es más complicado, y me preguntaba si me podrías ayudar con algunas asignaturas Herm.

-Claro que si, ¿por qué no me lo dijiste antes?- me sonrió y acto seguido miré el reloj. Acabe de desayunar y acompañada de Harry y Ron fui a mi primera y segunda clase, las cuáles pasaron relativamente rápido. Fue en la tercera hora cuando el día se fue a la mierda, hablando francamente. Era clase de pociones, con Slughorn, con lo que esperaba que fuera una hora amena. Me dispuse a entrar por la puerta, cuando la voz del subnormal de Malfoy hizo que se me crisparan los nervios.

-Gatita, deberías decirle a tu novio que se corte las uñas, menudos arañazos.- miré mis brazos, el condenado de croocksas seguí con la costumbre de clavarme las garras por cualquier minucia.

-Malfoy piérdete, y no digas ridiculeces, no todos somos unos ninfómanos- me quedé cara a cara con el, su mirada me dejaba completamente desarmada, y por un momento volví a ver ese brillo distintivo entre la calidez y el gélido témpano de hielo.- además ¿a ti qué te importa lo que yo haga o deje de hacer en mi vida privada?- mientes, te mientes a ti misma otra vez Hermione. Deseas que al menos le importe una pequeña parte. ¿Qué demonios? No, no me molesta en absoluto lo que piense o deje de pensar ese cavernícola de mí, ‘’sí, cavernícola que es también prefecto y casi te supera en las notas’’. Obligué a mi subconsciente a que se callara.

-Créeme, Granger, a mi lo que hagas con tu vida o no me resbala a lo grande- mejor, asi no se metería en ella. ‘’¿Mejor? Deseabas que dijera que si, idiota’’- solo digo que la gente piensa cosas que no son, y eso también te incluye en cuanto a esa marca del cuello- me quedé perpleja, pasé lo de los brazos, pero que se diera cuenta de la picadura de mosquito ya fue demasiado para mi coherencia mental- eso de los chupetones es un tanto vulgar, ¿no crees?

Pecar no es sólo de muggles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora