Capítulo 7: Por cosas del destino (Parte II)

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P.V.O Pansy

Cerré el libro con brusquedad, no me estaba enterando de lo que leía en absoluto. Ya había pasado una semana desde que empezó el curso, y yo no hacía otra cosa que no fuera maldecir a Potter.

“-En serio, no es tan estricto como parece- comencé a reírme. Dejé mi ropa encima de la hierba y me introduje en el rio. El bikini negro de flores hawaianas rojas distrajo a Potter- Potter ¿me estás escuchando?

-Si si, es solo que…- me miró y se colocó las gafas con gesto agitado- ¡Bah! No deja de ser Snape.

Y ahí se quedo plantado.

-¿Te vas a meter o qué?- comenzó a desvestirse, quedándose con un bañador simple. Al fin y al cabo se notaba que jugaba al quidditch, no estaba nada mal.

-¡Está helada!- comenzó a avanzar hacia mi. El agua ya me llegaba a la altura de los hombros.

-Venga, no seas quejita- le salpiqué con el agua, y comenzamos una guerra al igual que dos niños pequeños. Me subí encima de Potter, hundiéndolo. En un acto reflejo me hundió con él.

Fueron tan solo segundos, pero estábamos tan pegados que sentía su corazón acelerado, y por un momento me preocupé de si el también oiría mis latidos desbocados. Lo miré y vi algo en sus ojos cielo que nunca antes había visto, amor.

Reaccione a toda velocidad y salí a la superficie. ¿Era posible que le gustara a Potter? La idea no me disgusto, ¿sentía yo algo por él?

-Eso es trampa- hizo un pequeño puchero mientras se sacudía el pelo.

-La verdad es que sin gafas está aún mejor…- me tapé la boca- mierda- me sentía ridícula, necesitaba salir del agua, pero una mano firme me sujeto de la cintura, impidiéndome la salida y atrayéndome hacia él. Y ahí estaba yo, la gran Pansy Parkinson sin saber que hacer, sin tener el control de la situación por primera vez en mi vida, temblando como una hoja.

-Aunque sea algo que ya sabes, quiero decírtelo- me colocó un mechón de pelo tras la oreja y se acercó a mi, susurrando casi a la altura de mis labios- eres preciosa Pansy Parkinson.

Mi mundo ya no era propio, pertenecía a él y a ese aroma de chocolate y regaliz. Me sentía segura a su lado, y el roce de nuestros labios calló mis pensamientos.

-De…- me aclaré la garganta, separándome un poco de él- deberíamos salir ya, empieza a hacer frío.

Se apartó de mi y salimos del agua. El se secó con su varita y vistió, mientras que yo me quedaba quieta, sin mover ni un músculo. Potter se acercó a mi, colocándose las gafas. Se agachó y cogió mi toalla, poniéndomela por encima de los hombros. Me cogió suavemente de la cintura y beso mi mejilla.

-Nos vemos mañana, a las ocho en el restaurante Cherise.”

Me di un pequeño masaje en las sienes y dejé el libro en la estantería. Decidí ir a hacerme un té de uva. Tras coger la taza volví a mi sitio.

-Maldito niño elegido- me derrumbé en el sillón. No iba a admitir que Potter me gustaba, eso ni de coña. Pero lo que había pasado derribaba mi teoría.

“Ahí estaba, delante de un espejo, preocupada por lo que pensaría de mi apariencia el ojos de zafiro. La falda de color coral, larga por detrás y corta por delante, estaba acompañada de un palabra de honor negro y unos tacones negros. De resto mis muñecas estaban adornadas por finas pulseras negras y una gargantilla de piedras preciosas negras. Llevaba el pelo ondulado en tirabuzones y brillo de labios, los ojos maquillados con sombra coral y negra, por último rimel y unas gotas de perfume de melocotón.

Pecar no es sólo de muggles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora