34

27 5 3
                                    


Sus palabras chocaron mil veces en mis pensamientos
»Estas lista para ser reina Dess
No me sentía lista, y sin mi pareja mucho menos.

—A veces las reinas son más poderosas así.— salté nerviosa de mi lugar al ver la iluminación desde el gran ventanal.

—¿Uxiae?— pregunté asombrada.

La brillante luz se fué disipando dejándome ver la silueta de la jóven, esta sonrió y asintió, me acerqué envolviendola en un abrazo.
—Tambien la extrañé alteza.

—Oh por los santos dioses— aún estábamos abrazadas.
—¿Qué haces aquí?

Esta se alejó e hizo una reverencia.
—A servirle su alteza— respondió.

Bufé.
—Las formalidades Uxiae— llamé su atención.
—¿Cómo llegastes?.

—Con ayuda de alguien— sonrió. 
—Pronto vendrá a visitarte.

—¿También viene a servirme?— inquirí haciendo comillas.

—Viene a protegerte.

La mire confusa ¿Quién vendrá a protegerme?
—Ahmm..— La miré.
— ¿Gustas acompañarme a un paseo?

—Como desee— tomó mi mano hacía la salida del palacio.

Hace mucho, mucho tiempo existía un enorme y grandioso bosque lleno de árboles florales, las hadas mantenían su vitalidad en el, revoloteando de árbol en árbol y por las noches descansaban en sus enramadas. La diosa Luna vigilaba sus sueños y sus hijos cuidaban de ella. De la noche a la mañana aquellas hadas desaparecieron robándole la vida al bosque, llevándose consigo el sustento hasta desaparecerse y quedar como si nunca estuviera encantado.

—Dess—  me llama.
—¿Fué eso cierto?

—Asi se comentaba en el pueblo.

—¿A dónde me llevas?— cambió el tema.

—Quiero mostrarte algo.

—Pero hemos caminado más de diez minutos— se queja.
—Esto es puro lecho, y árboles.

Si llevabamos un gran trecho caminando en el bosque lejos del castillo.
—Debiste cambiarte el traje— dije.

—Pero tu llevas un hermoso vestido y ni te quejas.

Suspire.
—Porque me debo acostumbrar— Me detengo y la miro.
— Y digamos que esos zapatos tampoco te ayudan.

Ella detiene su caminar y mira sus pies.

—Es que los vi muy hermosos— chilla.

Pues sí, esta criatura se comporta como una niña.
Y una sonrisa se escapó de mis labios al ver su aptitud.
—Son hermosos— le halago.

Seguimos el camino, bajamos una colina y cruzamos un pequeño río, lo cuál me dejó un poco confundida, pues no recordaba que estuviera allí.

—¿Aún falta?— se vuelve a quejar.

—Enserio Uxiae tu...— la escucho chillar.
—Espera ten cuida..

INFINIX [Choi San] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora