1.

74 11 27
                                    

-D

La fría taza del váter hace contacto con las palmas de mis manos.
Mi cuerpo exhausto se tiende sobre el suelo y mi garganta se siente ácida. Los latidos de mi corazón son tan acelerados que provocan largos suspiros entre arcadas, y el olor... El olor es horrible, es simplemente tan asqueroso que casi dan ganas de seguir vomitando.

Y lo haría si no fuera porque no me queda nada más dentro de mi. Lo haría sin parar hasta quedarme seca.

Un ataque más a la lista. Un día más con el sentimiento de culpa invadiendo mi pecho y avergonzada de lo que acaba de pasar.
Añado un día más a mi acostumbrada rutina.

Que puto asco.

Tiro de la cadena y veo cómo los alimentos regurgicados desaparecen. Salgo del cuarto de baño tras quemar una cerilla.
No pueden haber rastros de lo que acaba de pasar.
Entro en pocas zancadas a mi cuarto y bebo todo el agua de la botella que hay en mi mesilla de noche, si algo he aprendido es que la deshidratación hace peor el siguiente vomito. Tengo que esperar media hora antes de lavarme los dientes para que no se resientan aún más.

Siento el ácido permanecer en mi boca y me aguanto las arcadas de nuevo.

No sé si es peor la culpa de haber comido o la culpa de haberlo echado. Me siento tan avergonzada cada vez que lo hago que me da asco mirarme al espejo.
Los ojos me escuecen tras las lágrimas derramadas anteriormente y la cara la siento ardiendo. Me miro las manos y como de costumbre, estas se están agitando de manera exagerada, y lo seguirán haciendo hasta que me calme.

Me duele la tripa del esfuerzo y mis piernas flaquean hasta que llego a la cama. Tumbarse después de vomitar no es buena idea, tengo que estabilizar mi cuerpo, así que cojo mi cuaderno y empiezo a escribir cómo me he sentido esta vez.
A veces siento cosas que no soy capaz de decir en voz alta, otras me da demasiada vergüenza admitirlas. Con el tiempo he descubierto que escribir mis pensamientos me ayuda a mantener la mente despejada. Es como si mi dolor y mi angustia quedaran atrapadas en la tinta del boli plasmada en el papel.

Solo yo y mis pensamientos.

No me gusta hacerlo, es simplemente que no puedo evitarlo. No me doy atracones de comida porque no me lo permito, mi caso de bulimia no se trata de eso.
Si te descuidas del tiempo, las calorías que ingieres no las puedes eliminar devolviendo y hoy casi se me pasa la hora

Hoy la comida que han preparado en mi casa superaba con creces las calorías que me permito a medio día.
Cada día no puedo superar las 1100 calorías. Cuando lo hago, al día siguiente le resto las sobrepasadas a las 1100 de ese día y así continuamente. Cuando como menos de las establecidas simplemente me doy una palmadita en la espalda.

Aprendí a contar calorías desde que tenía 12 años, y así desde entonces. Podría responderte a cualquier alimento.

"Otro día de mierda en el que me preocupo más por mi físico antes que por mi salud"

No hace falta que venga nadie a decirme "tienes que parar", "no te hace ningún bien", "tu cuerpo está perfecto así". Si conocéis a alguien que esté pasando por un trastorno de conducta alimenticia, porque vamos a llamar a las cosas por su nombre, no tienes que decirle "tienes que parar" ¿Qué cojones pretendes con eso? La persona que lo esté sufriendo es consciente de que tiene que parar, no hace falta que se lo recuerdes. Sabe la mierda a la que se está enfrentando, pero su mente es su peor enemiga y no puede hacer nada para controlarlo. Necesita ayuda y apoyo, no un "tienes que parar".

La vida que te prometí vivir. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora