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No se lo esperaba, nunca se lo hubiera esperado. Apartó la vista lo más rápido que pudo, pero una sonrisa se coló en su rostro. Una media sonrisa inconsciente.

Un subidón de emociones subieron desde su tripa hasta la garganta y no pudo evitar rascarse la nariz.

Él se había dado cuenta de ella al igual que Dianne se dio cuenta de Liam. Le gustó saber que había conseguido que aquel chico se girara para verla de nuevo.

Haber sido apreciada por alguien después de tanto tiempo pasando desapercibida, se sentía como algo nuevo, excitante.

Ser invisible se había convertido en parte de su rutina, algo a lo que Dianne se acostumbró demasiado rápido.

La gente solía comentar los cuerpos de los demás. Como expertos que se creían que tenían poder suficiente para criticar y evaluar a otras personas.

Cuando comienzas a reducirte a unos comentarios que se escuchaban por los pasillos sobre ti, entonces acostumbrarte a ser discreta era lo mejor que podía pasarte.

Y los tops cortos se convirtieron en camisetas, las chaquetas estilosas y a la moda, en sudaderas anchas, los pantalones de tiro bajo por unos altos y en vez de ceñidos, pasaron a ser anchos y cómodos.
Donde la ropa se convirtió en su armadura a la que nadie podía entrar ni desarmar.

Pero a lo mejor aquel chico no se había fijado en Dianne por algo positivo, sino que más bien se hubiera fijado en ella por algo negativo.

A lo mejor se había fijado en su huesudo rostro, en la piel tan blanca que tenía, a lo mejor tenía la chaqueta manchada, o quizá los pantalones.

Tan rápido se fueron aquellos pensamientos agradables que aparecieron nuevas inseguridades. Entonces la idea de saber que alguien se había dado la vuelta para mirarte de nuevo, se presentó en su cabeza como algo que deseaba que no hubiera ocurrido.

Su sonrisa se transformó en una mueca triste mientras su cabeza seguía dando vueltas al porqué un chico se hubiera dado la vuelta para mirarla de nuevo.

Mientras tanto Liam, no había apartado la mirada. Siguió el camino de Dianne con los ojos y no pudo evitar sonreír.

Si aquella chica, aquella desconocida de la cual su nombre desconocía, había conseguido salir a la calle después de lo que había pasado, entonces significaba que había esperanza para ella y su salud mental.

Si todavía tenía las suficientes fuerzas para conseguir salir de la cama y dar un paseo, ella misma, sola, con sus cosas, significaba que habían fuerzas, que su cabeza seguía pensando que todo iba a mejorar.

El oscuro de sus ojos no se asemejaba a lo que Liam vio en ella. Había algo en la forma de actuar que había visto a lo largo del día que le hacía tener curiosidad, que le impulsaba a protegerla y cuidarla, de la misma manera que la había intentado calmar aquella mañana.

¿Por qué parecía que no podía alejarse de ella? Encontrarse con esa chica tres veces no significaba nada, sin embargo, quizá en lo más profundo de Liam, sí esperaba que fuera algo.

Cuando desapareció entre los árboles y arbustos que los rodeaban, apartó su mirada para fijarse en el increíble espectáculo de colores que se pintaban en el cielo.

El firmamento que mantenía con vida a millones de personas. A veces eran aquellas pequeñas cosas en las que nadie reparaba, que hacían que Liam se relajara y se calmara.

Un simple soplo de aire en la cara, los colores anaranjados que reflejaban el final de un cansado día, una mariposa volando despreocupada de flor en flor, los ojos verdes de su hermana pequeña que brillaban tanto que parecían iluminar toda una vida. Aquellas cosas eran los pequeños momentos donde Liam, dejaba de odiarse y decidía permanecer en el horrible mundo que lo rodeaba.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2021 ⏰

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