Estar preocupado es muy poco por lo que Minho sentía en ese momento. Jisung no contestaba las llamadas, había perdido la cuenta de los mensajes que le había enviado, llevaba 30 minutos esperándolo en la salida de la escuela y el rubio no venía.
Decidió ir a buscarlo. Fue al patio y sintió su sangre arder, ahí estaba su lindo pequeño en el suelo llorando mientras el brabucón reía como retrasado.
—Jaja ahora no está tu noviecito para protegerte, ¿cierto?—volvió a reír como un tonto.
—¿Estás seguro?—habló Minho guiado por su furia—¿Acaso no te advertí la vez pasada que si le volvías a decir algo te mandaría a un hospital?—el mayor no escuchaba nada a su alrededor, solo estaba concentrado en su furia y resentimiento.
El chico lo miró con miedo, Minho realmente daba miedo enojado y porque era como 10 centímetros más alto que él.
—L-lo siento, n-no volverá a pasar—hizo millones de reverencia, pero cuando estaba por hacer otra un golpe estampó su rostro.
Minho estaba controlado por sus emociones, no era él.
—Te—golpe—Lo—golpe—Advertí—golpe—¿Cierto?—el chico asintió con lágrimas en sus ojos y recibió otro golpe—¡¿CIERTO?!—gritó asustando a Jisung y al brabucón.
—S-si, me lo advirtió, de verdad lo siento—suplicó el chico.
Minho iba a parar pero llegó su pandilla.
—¡Ey! ¿Qué te crees golpeando a uno de los nuestros?—dijo un gordo sonriendo maliciosamente.
El mayor se levantó con la sangre hirviendo.
—Chicos—volvió a hablar el gordo, al parecer era el jefe de la pandilla—Denle una lección—habló incrédulamente.
4 chicos se le acercaron al más alto y lo golpearon, pero Minho les devolvió el golpe. Comenzaron una pelea. Jisung solo observaba a su mayor siendo golpeado y golpeando.
Al pasar un rato Minho acabó con esos tontos, solo faltaba el gordo el cual se le acercó con intenciones de golpearlo pero él se adelantó y le lanzó una patada haciendo que callera y no se pueda levantar, lo cual le causó gracia a Minho pero no se iba a reír, era una situación seria.
—Bebé—se acercó a Jisung y el mencionado lo vio y comenzó a llorar al instante—Ven, vámonos de aquí—lo cargó en su espalda.
La gente los miraba, pero no por el hecho de que eran adorables, sino porque el castaño tenía múltiples hematomas y heridas en su rostro y el rubio estaba llorando en su cuello aún siendo cargado en la espalda del mayor.
Llegaron a la casa de Minho y el mencionado bajó a Jisung para sentarlo en el sillón.
—¿Te golpearon?—habló el castaño y el más bajito lo miró con cierto enojo.
—¡¿Cómo te atreves a preguntarme siquiera si me golpearon cuando tu estás peor?!—su respiración se aceleraba—¡¿Has visto tu rostro?! ¡¿Por qué te metiste a esa pelea?!—lloraba sin control.
Minho sonrió.
—¿De verdad? Ni siquiera sentía dolor, estaba más preocupado por ti—habló y el rubio se contuvo las ganas de golpearlo por ser tan tonto.
Jisung no dijo nada y se levantó.
—¿Jisung, a dónde v- —antes de terminar su oración el menor ya había desaparecido de su vista, ¿Había hecho algo mal? ¿Lo defendió, no? ¿Tal vez se sintió débil? ¿Lo odiaba ahora?—miles y miles de preguntas inundaban la cabeza del castaño hasta que sus pensamientos se vieron interrumpidos por el rubio quien de nuevo se sentó en el sillón, pero esta vez traía un botiquin.
—No es nece-
—Solo guarda silencio—lo volvió a interrumpir.
Minho obedeció y Jisung le aplicó crema en las heridas y aplicó un aerosol para los moretones que tenía.
—Ya está—habló bajo el rubio.
—Gracias pequeño—el castaño sonrió como un tonto enamorado, el hecho de que su menor haya estado tan cerca de su rostro y el hecho de que curó sus heridas lo ponían realmente mal (de la buena manera).
—¿P-por qué hiciste eso?—vio como sus ojitos se humedecían.
—Porque no quiero que nadie te quite esa sonrisa mi pequeño Jisung
—P-pero, te l-lastimaste mucho y-
Minho lo interrumpió esta vez besando sus mejillas y nariz.
—No me importa, no quiero que te pase nada, Sungie.
Jisung agachó su cabeza para que el castaño no viera el notable sonrojo que adornada sus mejillas.
Había sido una tarde mala, pero terminó de una buena manera. Con un Jisung sonrojado y un Minho sonriente a pesar de los golpes que aunque dijera que no, si le dolían.
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