Prólogo

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Sus labios recorrían cada rincón de mi cuerpo mientras me hacía suya, yo me aferraba a su espalda mientras gemía contra mi voluntad. Sairo había sido lo mejor que me había pasado y ahora me daba cuenta de eso, amaba con todas mis fuerzas aquel día en el que mi hermana había desaparecido por completo, siempre había sido un impedimento para mí felicidad y ahora que estaba muerta sería mi turno de ser la reina de todo.

—Estàs jugando con fuego Sailas —susurró en mi oído mientras se movía más rápido.

—Oh mierda —gemí—, no me importa ir al infierno, los demonios sentirían envidia de nuestros pecados.

Sairo me hacía el amor como los mismísimos dioses, yo no paraba de gemir con cada penetración por parte de él, mis piernas temblaban debido al placer y sentía que en cualquier momento iba a estallar, mis manos se aferraban a la final tela debajo de mí, mi cuerpo era balanceado de un lado a otro mientras el sudor recorría mi frente, sentía que tocaba el cielo con el simple hecho de oírlo respirar con tanta dificultad, sabía que lo estaba disfrutando igual que yo y eso me daba mucha alegría, hasta que su mano apretó mi cuello haciendo presión, mi respiración se cortó y sentí un temor recorrer mi cuerpo.

—Confiesa Sailas —dijo con sus ojos inyectados de odio—, confiesa que tú mataste a mi novia.

—¿D-de que hablas Sairo? —pregunté tratando de quitar su mano—. Yo sería incapaz de lastimar a mi hermana.

—No es cierto, tú siempre le tuviste envidia.






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Envidia. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora