01

260 8 2
                                    

«uno»

Llego al aeropuerto de Buenos Aires un poco cansada después de el viaje, que por suerte no fue tan largo ya que tampoco vivía tan lejos. Me encontré con mi amiga Micaela, que era con la que me iba a estar quedando este tiempo que este acá. Soy de Uruguay y vengo por trabajo hasta que termine el año, supongo. Ahora estamos recién en Febrero así que tengo diez meses más acá.

Era fotógrafa y especialmente me dedicaba a sacarle fotos a famosos para portadas, para subir a mi redes sociales, etcétera. Ahora venía acá por una propuesta de trabajo que me dieron que me iba a servir bastante para crecer profesionalmente entonces eso me ponía realmente feliz. Además iba a venir si o si ya que me encanta viajar, y si es para hacer algo que amo, no lo iba a rechazar.

— Dame las valijas y vos subite tranqui. – dice ella entonces le dejo la valija que tenía y mi mochila de mano la llevo en mi espalda conmigo. Me subo al auto, dejo mi bolso entre mis piernas y espero que mi amiga de suba al vehículo.

A Mica la conocí hace un año allá en Uruguay, y desde ese momento no nos dejamos de hablar, ella es de acá, entonces vernos normalmente era algo que no pasaba siempre claramente, pero cuando me informaron en el trabajo que podía acá lo primero que hice fue avisarle a ella.

— Estoy re feliz de que estás acá, y de que vas a estar un año conmigo. – dice mirándome y yo asiento con una sonrisa.

— Ay sí, no lo puedo creer, es re loco pensarlo. – me recuesto en el asiento y suspiro pensando en todo lo que va a pasar. Tengo nada más que veinte años recién cumplidos, el año pasado empecé con mi carrera y que esté pasando lo que esta pasando me vuela la cabeza.

— Mañana empezamos. – me informa ella y yo sonrío al escuchar lo que acaba de salir de su boca. – Vamos a sacarles fotos a unos pibes para una revista y son con los que vamos a trabajar por unos meses más. – dice y asiento.

— Re piola, va a estar bueno entonces. – digo y ella asiente mirándome no por mucho tiempo ya que el semáforo no tardó en cambiar. El viaje siguió mientras hablábamos un poco de todo y escuchábamos música.

Una vez que llegamos a la casa ella estacionó su auto en la puerta y bajamos las cosas para poder entrar de una vez. Esta no era ni tan grande ni tan chica, pero estaba re bien como para que convivamos las dos juntas por un tiempo.

Me mostró un poco la casa, en donde era que iba a dormir que era una habitación solo para mí, ya que dijo que si me quedaba acá por muchos meses creía que estaba bien que tenga mi propio espacio, y me gustó ese pensamiento de su parte, ya que estaba bien.

— Gracias, por todo posta. – digo mirándola y ella procede a abrazarme fuerte.

— De nada reina. – le sigo el abrazo y ella después se separa para repetirme algo que ya me dijo como diez veces en los pocos minutos que estuve en su casa. – vos sentite cómoda, como si estuvieras en tu casa.

— Sí Mica, ya me lo dijiste. – me río leve y le contagio la risa.

— Perdón, pasa que quiero que estés bien y no que la pases mal. – me dice y sonrío.

— Bueno gracias, pero eso, ahora anda tranqui a hacer lo que quieras que yo me voy a poner a ordenar todo esto. – digo mirando mis valijas y algunas cosas más que tenía.

— Dale, yo voy a cocinar algo porque ya son las ocho. – avisa y asiento para que seguido ella sonría y se vaya a la cocina. Suspiro viendo mis valijas, después entro todo a la pieza para poder empezar a desempacar y poner todo en mi nuevo lugar.

El tiempo pasó mientras ordenaba y escuchaba música, entre medio de "mi momento" Mica me llamo para comer, pero después de eso seguí dandole orden a toda esta habitación que lo único que tenía eran muebles limpios y una cama desecha con las sábanas y mantas para armarlas arriba de la misma.

Intervalo ; WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora