육.

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—¿Levi?— llamó al ver a su novio de cuclillas mirando fijamente la tumba.

—¿Si?

—No sé por qué venimos a su tumba si ni si quiera te caía bien— dijo en un tono bajo.

—Nadie merece la muerte.

—En realidad no es así— corrigió el moreno—. La muerte no se trata de si alguien la merece o no— hizo una pausa—, todo ser que nace en este mundo muere y no podemos hacer nada.

—Sí, pero de una forma tan brutal como un asesinato no— justificó—. Ella no era mala persona.

—Levi, las personas buenas o malas no existen, solo personas que se mueven por sus deseos y acaban cometiendo esas acciones que la sociedad dice que está mal— dijo mirando en un punto fijo— ¿a caso moverse por tus deseos está mal?—el mayor negó dándole la razón a su pareja— Sin embargo, Levi— lo miró atentamente—, no creo que seas el indicado para hablar, ¿te arrepientes?

—No— respondió devolviéndole la mirada y sonriendo en el acto— ¿vamos por helado?— el menor asintió devolviéndole la sonrisa.

Para Eren era como una cita. Estar en el cementerio y pasear por el atardecer para ir a por helado sin ruido, solo los pájaros y su pareja era perfecto.

—Aquí tienes tu helado de vainilla, chico bonito— dijo el heladero guiñando un ojo al mayor— y el tuyo— siguió con el moreno.

Eren lo empezó a mirar mal con esos ojos que se oscurecían cuando algo no le gustaba y el más bajo conocía esa mirada, sabía que en cualquier momento su pareja empezaría una pelea.

—¿Podrías tener un poco de respeto?—gruñó el menor, enfadado destrozando el helado en el acto.

—Eren vámonos.

—No le vuelvas a hablar así a mi novio— la nieve del helado se escurría por la mano derecha cayendo al suelo.

—Oh, no sabía que era tu novio— fingió con un tono inocente.

—Venimos cada semana, no seas imbécil—puso bruscamente ambas manos en el mostrador.

—No sé, solo me fijo en tu novio— al escuchar tal comentario, Eren no dudó en darle un fuerte puñetazo en su mejilla izquierda. El chico rubio se tambaleó hasta caer al suelo.

—¿Qué pasa aquí?— preguntó el encargado de la tienda—¿Quienes son ustedes? No tienen derecho a pegar a mi empleado.

—Malditos idiotas— insultó enseñando el dedo del medio—. Nos vamos— ordenó Eren, agarrando sin delicadeza el antebrazo del mayor tirándolo al asiento del copiloto.

—Cálmate, joder.

—¿¡Es que no entienden que eres mío!?— por inercia pisó el acelerador, yendo más deprisa de lo usual—¿Qué tengo que hacer para que vean que lo mío no se...

—¡Nos vamos a matar!—chilló— Baja la maldita velocidad, Eren.

—¡Me importa una mierda si nos matamos!— el volante giró precipitadamente a la izquierda, metiéndose por un atajo— no vamos a volver a esa heladería, es más, ¡no volveremos a salir hasta que sepan que eres mío!— el mayor asintió más tranquilo al llegar a la casa del moreno.

Ambos entraron y fueron al cuarto donde Eren tiró a Levi a la cama, se acostó encima de él cerrando los ojos y el contrario acariciándole la cabeza.

—Si vuelvo a ver que alguien como él se te acerca, lo mato.

𝐎𝐱𝐢𝐦𝐨𝐫𝐨𝐧 ᵉʳᵉʳⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora