Prefacio

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Narrador.

Después de una semana extraña, donde todos los días hubo un clima distinto, donde el pueblo de Esadun tuvo desde la nevada más fría al sol más caliente, llegó el día viernes, ese día que anuncia la llegada del fin de semana, el día favorito para todos.

Para todo el pueblo, fue como cualquier viernes normal, abrieron los locales antes de las 8 a.m y los cerraron a las 8 p.m., pero, para la realeza, ese dia seria uno distinto y un tanto especial.

Pues después de 7 meses de embarazo, ese día de forma inesperada y sin que nadie lo espere nacería el próximo bebe real.

Todos esperaban que fuera un varón, luego de 2 embarazos anteriores donde todas eran mujeres.
A pesar de no ser lo que quería el rey, él amaba a esas mujercitas con todo su corazón y las consentía lo más posible.

Pero, para asegurar su reinado, necesita un hombre que se hiciera cargo del reino, porque a pesar de lo avanzado del tiempo, aún se necesitaba que se fuera varón para reinar, las mujeres ayudaban a conseguir los aliados por medio del matrimonio.

Cuando la reina empezó con las labores de parto, todo el castillo entró en pánico, las dos niñas de 5 y 3 años apenas podían entender que pasaba, el porqué su madre tan apropiada y correcta siempre, estaba soltando improperios o el porqué su padre le gritaba a los sirvientes de una forma que nunca había hecho.

Estaban todos reunidos en la sala del te preferida de su madre cuando empezó con los dolores, por lo tanto si alguien entraba ahí, vería el vaso que la reina había tirado al piso de la sorpresa cuando sintió que su hijo iba a nacer, o el té y las galletas derramadas del rey, que para él era más una merienda antes de que les sirvieran la cena.
Cuando sonaron las campanadas que indican las 8:30 p.m, todo el castillo se encontraba en un revuelo sin igual, todos estaban nerviosos y no sabían qué hacer, pues su reina hace una hora que ya se encontraba en labor de parto.

Ese día, había sido soleado, pero en el momento en que el próximo bebe había decidido venir al mundo, empezó una lluvia como nunca antes se había visto, con ventiscas que hacían árboles bailarán entre sí y con unos truenos que amenazaban a cualquiera que se atreviera a salir de su casa.

Después de unas horas, el bebe al fin descansaba sobre el cuerpo de su madre, la reina se encontraba agotada y lo único que quería era dormir, pero esperaba a su rey para poder darle la buena noticia de que el bebe era un varón, aquel que tanto habían estado esperando.

Cuando el rey cruzó la puerta de donde se encontraba la reina está sintió que iba a desfallecer y solo pudo decirle a él:

- Es un varón, aquel que tanto querías para asegurar el bien del reino.

Pero, después de decir esto, la reina cerró los ojos, para todos se había quedado dormida, pero el bebe sin razón alguna, empezó a llorar fuerte, demasiado, tanto que se dijo que ese día todos en el castillo habían escuchado los lamentos del bebe.

El rey al presenciar eso, lo único que pudo hacer fue abrazar fuerte a su bebe, con el cuidado de no usar la fuerza de más con la que se caracterizaba él y tratando de consolarlo.

Al ver que sus intentos de consolarlo no daban frutos y que solo lloraba más, se dijo asimismo que así no quisiera debía despertar a la reina, pues él bebe lo que estaba esperando era el consuelo de su mamá.

Pero, al tocar a la reina para despertarla sintió con temor como su cuerpo estaba frío, como un cubo de hielo, toda la calidad que había sentido antes no estaba, asustado se acercó al pecho de la reina, con la esperanza de oír los latidos ahí.

Pero para su desconsuelo, no escuchaba nada, ni siquiera un pum leve, apresurado dejo al bebe en su cuna y fue a donde la reina a revisar su pulso por donde pudiera.

El rey se lamentaba al no sentir nada, y solo tocarla y sentir más frialdad que antes.

- ¡Guardias!

Al escuchar el llamado de su rey todos los guardias que estaban cerca fueron a su encuentro.

- Traigan al fisiólogo y a todo aquel que estuvo en el parto de la reina.

Cuando todos los guardias que habían entrado a aquella habitación se fueron, el rey se acercó a la cuna del bebe y lo abrazó, con lágrimas cayendo de su rostro.

El rey sabía que faltaba poco para sentir el lazo de él con su reina romperse, por lo cual se dedicó a admirar a aquel bebe mientras el dolor llegaba.
Pero, tal fue su sorpresa, cuando el bebe soltó feromonas.

Aquellas que solo podían tener los omegas.

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