Narrador.
Todo el mundo admiraba a aquel bebe.
Era el más hermoso que se había visto.
Sus rizos castaños claros llegaban hasta el inicio de sus ojos, aquellos cuales aún tenía cerrados, pero protegidos por sus largas y abundantes pestañas.
Su piel era pálida, demasiado para el gusto de su padre, sin embargo, hermosa para el pueblo.Como costumbre de Esadun, el rey presentaba al recién nacido a su pueblo, y entre todos festejaban la llegada del nuevo miembro de la familia real.
Aún no sabían cuál sería el nombre de su próximo rey, puesto que aún ningún miembro de la familia real se encontraba en la sala.
Él bebe era resguardado por dos guardias y la que era su nodriza.
Cuando pasaron las diez de la noche, el rey junto a sus dos hijas y toda la corte real entraron en el salón.
- Pueblo de Esadun – dijo el rey tomando asiento en su trono – esta noche, estando ustedes aquí presentes como nuestro pueblo, hago público el nombre de mi hijo, su próximo rey, Elliot Lovett.
Cuando el rey terminó de decir esto, se levantó de su asiento en el trono, fue a la cuna de su hijo, y como dictaban sus leyes cada que un nuevo heredero real nacía, le dio un beso en su frente.
Elliot, dormido aún, empezó a abrir sus ojos por primera vez, observando a su padre, este al ver los ojos de su hijo se quedó atónito.
Estos eran de tres colores, uno era gris y el otro, amarillo, en el ojo que era gris, estaba partido en dos colores, en la parte de arriba gris y abajo morado.
Era la primera vez que el rey veía algo así.
Así que al igual que ocultó que su hijo era un omega (puesto que creía que había sido una jugarreta de su mente ya que después de esa vez su hijo no había vuelto a presentar ningún tipo de olor, más allá de la vainilla que tenían todos los hijos del rey en Esadun cuando eran bebes), iba a ocultar el que su hijo tenía un color de ojos tan peculiar.