CHAPTER 1: THE BEAUTY OF BEING NOBODY

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Mire mi reflejo en el espejo frente a mí, mis ojos analizaron mi bronceado rostro, que ahora permanecía pálido y un tanto rojo, mire mi playera gris oscuro con un estampado de Green Day que tenía unas cuantas arrugas en mi estómago que escondí metiéndolas detrás del pantalón viejo de cuadros.

Alise un poco los mechones que se había escapado de mi coleta y me coloqué una chamarra negra.

La puerta de al lado estaba abierta y pude ver las manos con las uñas mal pintadas de Milo terminar de guardar sus cosas dentro de su mochila mientras tarareaba una canción que no conozco.

Era el nuevo visitante, papá era el director de un orfanato en la ciudad, y desde la muerte de mamá había empezado a traer chicos o chicas a vivir con nosotros, eran de 17 años todos y pasaban su último año aquí, con la finalidad de tener disfrutar sus libertades y papá quería prepararlos para su vida solos, supongo que también lo hacía para que la casa no estuviera hundida en el silencio.

Papá hablaba, yo no, no me malinterpreten, si podía, claro que podía, pero no era algo que fuera fácil para mí, tenía las palabras formadas en mi cabeza pero por alguna razón mis boca no respondía, mis papás temieron durante mis primeros años que fuera muda, pero a mis 4 años me escucharon hablar por primera vez, crecí y pensaron que jamás aprendería a leer, hasta que me encontraron leyendo el libro del principito en mi habitación, y poco a poco descubrieron que si podía hablar, entendía lo que me decían y totalmente podía leer, solo era que las palabras a veces no me salían.

Luego a mis 13 años durante una clase de historia en mi primer año de secundaria, me preguntaron una maravilla del mundo, a mi cabeza vinieron nombres como; la muralla China, el coliseo de roma, Machu Pichu, pero ninguna podía salir de mí, luego empecé a sudar, mi pecho se está presionando, mi piel empezaba a hormiguear y un miedo se apoderó de mi cabeza, ese año se me diagnosticó ansiedad.

Desde entonces los profesores dejaron de pedirme participar en clase, empecé con medicación y con una visita semanal al psicólogo, pero al poco tiempo mamá murió lo cual provoco que mis ataques fueran más seguido, necesitaba a mi papa más que nunca pero el encontró consuelo en el trabajo, le tranquilizaba estar rodeado de más niños y yo no dije nada, estaba feliz que por lo menos uno de nosotros lo estaba logrando superar, así que termine lidiando sola con mi enfermedad lo cual provocó entre muchas más cosas hablar mucho menos de lo que hacía y lo único bueno fue Dani, mi mejor amiga, ella entiende mucho más que nadie, ella habla y yo escucho, nuestra amistad se maneja así, ella no me fuerza a nada y lo pareció mucho, sabe de mis ataques y trata de acompañarme cada noche que puede, las noches es lo peor de todo, siempre tardo mucho en dormir y dos noches a la semana despierto con un ataque, no siempre son tan malos, pero cuando lo son, vaya que son malos.

Bajo las escaleras en pequeños saltos hasta llegar a la cocina, miró un poco alrededor buscando que comer y me decido preparar un tazón de cereal, mientras vertía la leche empecé a escuchar unas voces que se acercaban a la habitación.

Vi como papa entraba con Milo, mientras se acomodaba rápidamente su corbata.

—¿Cariño? Puedes llevarte el coche, tengo que irme—papá se apresura a besarme la frente—me encantaría desayunar con ustedes pero hay una emergencia en el trabajo—tomó un plátano del comedor.

—Cuídense ambos y saben que pueden ir a comer fuera de casa—toca el hombro de Milo nos da una sonrisa de boca cerrada antes de ir a la puerta y salir.

Tomó el tazón y me dirijo a sentarme a la encimera, y veo por la esquina de mi ojo que Milo también prepara cereal y luego se sienta junto a mí.

No he cruzado palabra más que un "bienvenido" cuando llegó, papá ha estado con el todo el fin de semana, para plantear las reglas, le enseñó a podar el césped del patio, también el camino de ida y vuelta a casa, ya que está un poco apartada de la ciudad y todo ese tipo de cosas, lo cache mirándome a mí y a mis uñas mordidas un par de veces.

—¿Green Day? —escuchó su voz a mi lado, es masculina pero muy amable, él es muy amable, exageradamente si me preguntan a mí, cada día me pregunto si no le duele tener esa sonrisa durante tanto tiempo.

—Uhum—murmuró antes de llevar los trastes al fregadero.

Tomo mi mochila del comedor y me dirijo a la puerta dejándola abierta antes de salir.

Permanezco en el asiento de conductor rebotando mis dedos en el volante hasta que veo al chico de playera blanca salir de la casa.

Cuando termina de colocar su cinto de seguridad tomó camino hacia la escuela de la ciudad, está a unos 20 minutos de camino, la casa está ubicada en medio de la nada básicamente, no hay vecinos, ni tiendas ni nada de eso, solo nuestra casa en medio de un enorme campo.

—Creo recordar que si hablabas—dijo Milo a mi derecha.

—Si—dije indiferente.

No me gustaba hablar y quería dejárselo en claro, la mayoría de los visitantes tenían la misma incógnita al principio, así que solo les decía lo necesario para que supieran que si sabía hablar y dejaran de molestar.

—Entonces hay que hablar, la escuela está lejos y no me gusta poner música mientras alguien maneja—dijo mientras recargaba su cabeza en el respaldo.

Alce las cejas y lo mire por el retrovisor.

Él también lo hizo—¿Qué?

Encogí los hombros y volví a concentrarme en el camino.

—¿Que tan probable crees que sea que me expulsen el primer día?

—Ninguna a menos que le recuerdes al profesor Mills que es calvo—dije lo primero que pensé.

Espera... ¿¿Dije lo primero que pensé??

El me miro con las cejas hundidas antes de reír.

Di una sonrisa de boca cerrada un poco extraña por lo que acababa de pasar.

—Tomare tu consejo—dijo en tono de burla.

Llegamos al estacionamiento de la escuela y cuando salimos del auto las miradas se plantaron en nosotros, bueno en él, no me sorprendió el chico era atractivo, no tenía un cuerpo atlético, de echo era delgado y no era el tipo de chico chulo ni nada, supongo que era parte de su encanto, además de que su rostro era bastante lindo.

—Creo que ya sé a quién te refieres—Milo me dijo al oído mientras entrábamos en los pasillos.

Lo miré confundida, pero me dio una señal con la cabeza para ver al frente y pude ver como una cabeza calva entraba a un salón frente de nosotros.

Sonreí antes de dirigirme a mi casillero, y ver como Milo iba directo a la recepción.

Comencé a tomar lo necesario para mi primera clase hasta que escuché unos chillidos tras de mí.

Dani se recargo en el casillero de al lado con una sonrisa.

—Mis padres irán a una cena con los papás del novio de Cara, estoy libre esta noche—dijo muy emocionada mientras yo cerraba la puerta de mi casillero.

Le sonreí y me dirigí con ella a buscar nuestra primera clase, ella habló sobre su verano en Australia, las chicas lindas que vio durante su viaje y cuánto me extrañó.

—También te extrañé Dani—sus ojos rasgados se hicieron a un más pequeños al sonreír cuando lo dije.

—Tengo mates con Lola—giro los ojos—pero te veo en el almuerzo—me guiño un ojo antes de desaparecer por los pasillos.

Busque un asiento en la parte trasera y como siempre ahí había uno esperándome.

Jugué con mi pluma hasta que la voz de la profesora Cass se escuchó en todo el salón.

Las primeras tres clases fueron igual de aburridas como recordaba, pero nadie me miró, nadie me habló y recordé la belleza que es ser nadie.

ANOTHER LOVE STORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora