XVII

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La reunión de los Malfoy causó euforia, Hela fue la primera que se sintió feliz al ver a su abuelo, pensó que solamente se conformaría con verlo en el retrato del despacho de su padre y con el vacío de no conocerlo de manera física, Scorpius siempre le había contado que fue un mago muy valiente que dio la vida por quienes amaba pero Hela sabía que en un inicio todos lo acusaron de traición, tal vez ahora al él estar ahí podía tener la vida que siempre había merecido. No era nada tonta, a su edad tenía muchas habilidades, su madre siempre le dijo que esos dones eran causados por la maldición que Moreau les había impuesto y que al final pudieron romper pero quedando con pocas secuelas. Se enojó un poco cuando su padre, después de los saludos y de la reunión con su abuelo, la mandó a dormir, pero era necia y ella podía quedarse escondida en un rincón y eso fue lo que hizo. 

—No puedo creer que eso sea posible— Sirius miraba a su querida hija con preocupación, —pensé que todo había terminado bien 

—Lo lamento tanto, ni siquiera pudiste despedirte de ellos 

Sirius tuvo que sentarse, el dolor de perder de nuevo a otro de sus mejores amigos le dolía en el alma, Remus merecía haber vivido más. 

—¿Dónde está su hijo?— preguntó levemente, aún con dolor 

—En casa de los Potter—Draco dijo mientras se sentaba en frente de él junto a su esposa —él lo cuidó todo este tiempo, junto a Andrómeda, claro 

Sirius asintió sin creer que Remus estuviera muerto, era algo doloroso de procesar. Eileen se acercó a él para tomarlo de la mano, —Mi madre está aquí, ella no sabe que la esperas en este lugar— la sonrisa de Eileen le brindó esperanza

—Leen, ¡Oh Santo cielo!— gritó Marie al ver a su querido esposo ahí sentado en la sala, —no es verdad, debo de estar alucinando— dijo mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos, ni siquiera se dio cuenta de que su nieta estaba escondida en el pasillo.

—Es real abuela— le dijo Scorpius con emoción de verla feliz —es Sirius Black 

Marie y Sirius se abrazaron, las lágrimas ahora eran de felicidad, tantos años alejados le ocasionaron un sin número de dolor a la mujer, lo creía muerto, ahora esperaba una explicación. 

—El velo de la muerte, sólo deben de pasarlos quienes mueren en verdad, Sirius y el esposo de Alda no estaban muertos cuando lo cruzaron, solamente necesitaban a alguien que los trajera de vuelta. 

Marie agradeció que le explicaran aquello, sentándose al lado de su querido esposo, prestó atención a Eileen y a Draco quienes al parecer no terminaban de decir todo. 

—Scorpius— le dijo Eileen al chico mientras se sentaba al lado de él. Narcissa había llegado al salón, mirando a todos sin entender mucho del tema —tu padre y yo debemos de decirte algo 

Narcissa negó con la cabeza, dándose cuenta de las intenciones de su nuera e hijo de decirle la verdad sobre Lesath. Ella misma se sentía mal por descubrir que su esposo había sido cómplice de esos seres para crear a ese niño. Su querido nieto no merecía aquello y temía que el dolor no pudiera curarse. 

—¿Qué sucede?— la preocupación en la voz de Scorpius era notoria, sin embargo, Draco se armó de valor para ser firme en lo que diría, necesitaba que su hijo supiera que lo protegería, a él y a Hela. 

—Estos días hemos descubierto algo— Draco comenzó a contarle todo mientras Eileen tomaba la mano del chico con mucho cariño y brindándole apoyo. 

Scorpius no sabía cómo sentirse después de aquello, solamente podía saber que las cosas cambiarían, Lesath era su hermano y no negaba que eso le hacía sentir una emoción indescriptible, ese chico siempre le daba una sensación conocida y ahora sabía el porqué, pensar en eso le dio más motivación para lograr que Lesath aceptara a su familia. 

Secretos: Nueva generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora