7. Otra vez

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Valentín se levantó con sigilo de la cama, tratando de no despertar a Dani. Miró la hora en su celular, el reloj marcaba las 6:45 de la mañana del lunes. Tenían que estar a las ocho y treinta en el hospital para terminar de llenar algunos papeles que le habían faltado y decidió acercarse para despertarlo.

—Dani, nos tenemos que ir al hospital. Levantate.

Se metió a la ducha mientras le daba tiempo a Daniel para levantarse. Se desvistió, abrió la canilla del agua y dejó que recorriera todo su cuerpo. Sus músculos se destensaban con el toque del agua caliente. Enjuagó su cabello y su cuerpo y salió con una toalla atada a la cintura. Buscó ropa sencilla en su armario y regresó al baño para vestirse. Cuando salió, vio a Dani todavía durmiendo y miró la hora nuevamente en su celular, 7:15. Lo dejó dormir un poco más y bajó a la cocina, donde encontró a su madre haciendo el desayuno.

—Valen, cómo durmieron? —preguntó Maia, su madre.

—Bien, Dani pudo descansar.

Maia lo miró de reojo mientras cocinaba los huevos.

—Te noto algo extraño, está todo bien?

Valentín se mordió los labios y masculló un bien algo desanimado.

—Es porque no te gusta ver mal a Dani?

—Cómo sabés eso?

—A ver hijo, sos bastante obvio. Ya sé que le tenés ganas a Daniel. Y una cosa es que no disimules nada y otra muy distinta que Daniel no se dé cuenta o que sí lo sepa y lo ignore.

Valentín sintió un poco de pena hacia sí mismo.

—Bueno, las dos cosas. Me gusta Daniel y no soporto verlo así.

—Y no pensás hacer algo al respecto? —preguntó su madre mientras terminaba de servir el desayuno. Valentín negó con su cabeza —. Querés que te dé el número de la psicóloga con la que hablamos la otra vez?

—Si.

—Después busco la tarjetita y te la paso. Andá a llamar a Dani para desayunar.

Valentín subió rápidamente las escaleras y saludó a su hermano y a su papá que se habían acabado de levantar. Entró a su habitación para despertar a Dani y lo vio saliendo del baño con una toalla atada a su cintura. No pudo evitar mirar su torso desnudo y su cabello mojado. Lo notó un poco más delgado de lo habitual, sus costillas y su cadera se notaban más que antes, y eso lo extrañó. Le pareció algo raro pero no le dio muchas vueltas al asunto y le habló.

—Dani, hola —Valentín estaba algo nervioso —. Que cuando termines de arreglarte, que bajes a desayunar.

Daniel se volteó a mirarlo, asintió levemente y volvió al baño para vestirse. Se hubiera quedado durmiendo todo el día a no ser que tenía que ir a llenar un montón de papeles aburridos. Valentín regresó a la cocina y Maia le entregó una tarjeta con un número de teléfono y un nombre.

—Gracias, luego la llamo.

Ribba bajó y se sentaron a desayunar. Valentín no le sacó la mirada de encima ni un segundo. Daniel miraba el desayuno y los miraba a todos comer. Su estómago pedía comida, pero él no quería. Al fin y al cabo, terminó comiéndose todo y vomitando en el baño. Cuando se levantó del piso hacia el lavamanos escupió en él; una gota de sangre salió de su boca. No lo preocupó, por el contrario, se alegró de que su fin estuviera un poco más cerca que antes. Oliva lo llamó para que se fueran, porque estaban un poco retrasados de tiempo. Salieron de la casa casi que corriendo para llegar a tiempo a llenar papeles aburridos. Llegaron a tiempo y Daniel comenzó a firmar papeles con la ayuda de un par de enfermeros.

ᴠɪᴅᴀ; ᴡᴏꜱᴀɴɪ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora