8. Promesas

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Daniel le rodó los ojos a Valentín por enésima vez mientras iban en camino hacia el consultorio de la psicóloga.

—Le tenés que contar acerca de tu bulimia.

Dani no respondió nada. Habían llegado, y no estaba listo para eso. Se bajaron del auto y Daniel se sintió nervioso, sus manos sudaban y estaba seguro de que en cualquier momento se podía desmayar. Valentín saludó a la secretaria y se sentaron en la sala de espera, hasta que cinco minutos más tarde Camila los llamó. Los saludó a ambos y les indicó dónde sentarse.

—Querés que me quede con vos? —le preguntó Valentín, no estaba seguro de que Daniel quisiera la compañía de él en un momento como ese. Dani no le respondió nada y Valentín le dio un beso en la mejilla antes de salir —. Te espero afuera.

—Qué te pasó en los brazos? —le preguntó la psicóloga a Ribba, quien trató de ocultarlos.

—Nada —Daniel había olvidado que tenía una remera de manga corta, por ende todas sus cortadas quedaban a la vista de cualquiera.

—Bueno, si no me querés contar está bien. Cómo estás hoy? —le preguntó mientras sacaba una carpeta y una lapicera.

—Como siempre, aburrido de todo.

—Que querés decir con eso?

Daniel estaba tratando de contenerse y no desplomarse en frente de aquella muchacha, que lo miraba fijamente como invitándolo a hablar. Sentía otra vez un nudo en su garganta y un cosquilleo extraño en sus manos, y sabía que cuando eso pasaba estaba a punto de llorar. Se quedó callado mientras miraba al piso. Un par de lágrimas cayeron de sus ojos, y Camila le tomó las manos.

—Mirame —Daniel no reaccionó y Camila le tomó el mentón y le alzó la cabeza, obligándolo a mirarla—. Por lo poco que los conozco a ustedes, sé que se quieren mucho, y creo que Valentín va a hacer hasta lo imposible para que vos estés bien. Déjate ayudar.

Ribba no pudo aguantar más. Se echó a llorar al lado de Camila, quien llamó a Valentín para que entrara a acompañar a Dani.

—Valentín, en la vida de Daniel hubo algún factor que desencadenara su depresión?

—Quizás la muerte de su madre —dijo dubitativo. Camila anotó unas cuantas cosas en la carpeta y continuó haciendo preguntas.

—Vos decidís Daniel: o te internamos en un psiquiátrico, o te internamos en tu casa. Estás mal, y como profesional es mi obligación ayudarte de cualquier forma.

—No quiero que me internen. Sólo quiero estar bien.

—Déjate ayudar Dani —le dijo Oliva con un tono conciliador y se acercó para tomarle las manos —. Por favor.

Daniel se sentía entre la espada y la pared. Lo estaban presionando a que tomara una decisión y francamente, él no sabía. Sentía que el mundo se abría debajo suyo y que en cualquier momento se podía caer. Dos opciones posibles: seguir viviendo medicado e internado, o morir. Como Daniel no respondió nada, Camila dio por terminada la sesión pero al día siguiente debían ir a la misma hora. Valentín se fue con Dani, y esa noche se quedaron viendo películas en la sala hasta la madrugada, con tal de entretener a Dani un poco. De vez en cuando Valentín le daba miradas a Daniel, otras veces tocaba su mano y sus dedos, y muchas otras se acercaba y apoyaba su cabeza en el hombro del menor. Daniel se sentía un poco incómodo por no poder estar sentado encima de Valentín besándolo, debido a que al lado de ellos estaban Alejandro, Maia y Manuel jugando juegos de mesa en el comedor.

—No puede ser, otra vez perdí. Manuel está haciendo trampa —dijo Alejandro enojado porque había perdido por tercera vez consecutiva jugando "Uno".

ᴠɪᴅᴀ; ᴡᴏꜱᴀɴɪ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora