19.

406 59 48
                                    

Pese a lo contradictorio que podía parecer para algunos, a Hiro le encantaba la actividad física, en especial jugar al fútbol soccer y las artes marciales, era además de salir con Miguel o alguno de sus amigos la única razón por la que dejaba se laboratorio o su cama, usualmente solo entrenaba artes marciales en el dojo que abrió Kubo y sin necesidad de juntarse con más personas, pero existían días milagrosos como este en los que iba a las canchas comunitarias de la ciudad y se unía con un montón de desconocidos a jugar un partido.

Miguel amaba estos días, él personalmente jamás disfrutó del fútbol, él era más de clases de baile o aerobicos, sonaba afeminado y muchos quisieron burlarse de él por ello cuando era joven pero siempre lo supo ignorar con gracia, además que era actividad física y no importaba el genero para esas cosas.
Pero le gustaba cuando Hiro lo invitaba a sus partidos improvisados, las gradas estaban vacías así que él podía tranquilamente dedicarse a practicar con su guitarra mientras Hiro jugaba, porque realmente lo único que le gustaba era ese pequeño instante cuándo después de tanto perseguir el balón Hiro sudaba demasiado y terminaba por levantar su playera y con ella secarse el sudor de la frente.

Sabía lo mal que se escuchaba con esos pensamientos impuros, pero ver el torso de su crush era un gusto que no iba a negarse considerando que jamás pensó que tendría una oportunidad con él.
Hiro y él se conocieron hace un par de años y de hecho fue Kubo quien los presentó, a pesar de sus diferencias no fue difícil que se llevaran bien casi de forma inmediata, aun así no fue hasta mucho después que se confesaron mutuamente sobre sus sexualidades. Antes de eso aunque se coqueteaban, siempre había un bien establecido no homo, para no asustar al otro sobre las cosas que decían, el problema fue que estaban tan acostumbrados ya a este tipo de interacción que ninguno supo bien en que momento las joterías dejaron de ser solo eso y se volvieron una realidad discreta de confesiones de amor, pero lo que sí es que siempre que decían algo el otro se encargaba de rechazarlo por ello era inevitable no pensar que se quedarían de esa forma por siempre pero es que ese beso.

El primero lo dio él, y aunque Hiro no dijo nada ni se molestó pensó que solo se quedaría como la única ocasión dónde se cumplió el capricho de besarlo y nada más, pero el día del museo Hamada fue quien tomó la iniciativa y aunque solo fue en su mejilla sintió la posibilidad de ser correspondido crecer a paso veloz.

El balón del equipo salió volando pasando muy cerca de un Miguel perdido en sus pensamientos y aunque sabía que no logró tocarlo el azabache salió corriendo a la parte de la cancha que daba a su amigo no sin antes dedicar una mirada de muerte al inútil que pateó mal.

—¡Miguel! ¿Estás bien?

—¿Ah? Sí, no te preocupes apenas y me  movió el cabello.— Respondió algo avergonzado pues al verlo correr hacia él, lo vio como todo un ángel y se perdió en mirarlo. Se levantó de su lugar y fue por el balón el cuál entregó en las manos a Hiro, sonrió de lado y le advirtió que fuera un poco más atento para evitar que tuviera que llamar a Tadashi y a Baymax y el moreno solo lo llamó exagerado, que no le encantara el fútbol no hacia que no lo haya jugado y claro que sabía lo que era recibir un balonazo en la cara.
El de ascendencia oriental simplemente asintió y volvió al juego, Miguel se concentró en mirar el partido solo porque le daría vergüenza que después de afirmar que no habría problema realmente el balón lo terminara noqueando frente a su crush.
No pasó mucho tiempo para que algunos de los muchachos decidieran irse y con ello el resto votó por dejarlo hasta ahí. Hiro secó el sudor de su frente con parte de su playera dejando a Miguel observar un poco de su piel expuesta y agradeció al cielo mientras que el muchacho se acercaba a él.

Se sentó a su lado y se pusieron a charlar mientras Hamada recobraba fuerza para irse al café, mientras el atardecer caía, la conversación cesó y ahora un agradable silencio era lo único que había entre ambos, El mayor tomaba agua ya casi listo para decirle que se fueran mientras el moreno lo observaba fijamente, no podía sacarse de la cabeza lo bello que era Hiro, como incluso con su frente aún salpicada de sudor por la actividad anterior le seguía pareciendo irresistible, su cabeza no tuvo tiempo de reaccionar a lo que hacía y de un momento a otro tenía el rostro de su amigo entre sus manos. El azabache lo miró con una mezcla de sorpresa y pánico pero no hizo por alejarse o hablar, simplemente esperaba a que Miguel se explicara solo.

—No tienes una idea de lo mucho que me gustas y lo que daría por ser tu novio.— Pudo ver cómo el rostro de Hiro se tornaba completamente rojizo por sus palabras pero antes de dejarlo hablar se acercó y con suavidad unió sus labios en un beso en el que dejó todo su amor por él, iba a separarse tan pronto como le fuera posible pero fue el genio el que no lo dejó ir comenzando con un movimiento suave de sus labios y pasando su mano tras la nuca de Miguel, el contacto era ligeramente frío y refrescante gracias al agua que había estado bebiendo el mayor y aunque continuaron con el beso por un corto lapso sabían que debía romperse la burbuja y enfrentar lo que había declarado Rivera tan repentinamente.

Hiro se separó con lentitud y Miguel trató de contenerse para no volverlo a acercarlo a él y seguir disfrutando de sus labios. A pesar de verse más calmado las mejillas de Hamada continuaban sonrojadas, desvío la la mirada un momento y se mordió el labio inferior unos segundos antes de volver hacia los brillantes y hermosos ojos cafés de Rivera que era obvio que se dilataron un poco más cuándo sus miradas se cruzaron.

—N-no es justo, con esa declaración y el beso hiciste que sea imposible para mí rechazarte.— Comentó el mayor aún nervioso pero sin dejar de ver a su acompañante.

—Bueno, esa era la idea.— Miguel respondió orgulloso y dejando salir una risa nerviosa pues se sentía arrinconado.

—No bromees, Miguel.— Sus sentidos estaban tan aturdidos que esa risa nerviosa le sonó a real y se sentía entrar en pánico.

—No lo hago.— Declaró con seriedad y preocupación a lo que Hiro soltó un suspiro que no supo interpretar.

—Que alivio, porque yo jamás he bromeado.— Confesó Hiro de una forma coqueta pero a la vez paniqueada que hacia resaltar lo verdadero de sus palabras. Para ese momento ambos podían sentir su corazón bombear con fuerza en su pecho, el sonrojó en Miguel era tal que era perfectamente visible a pesar de su piel morena y las manos de Hiro temblaban como si fueran de gelatina, no pudieron más y apartaron la mirada solo para volver a verse unos segundos después haciendo que se echaran a reír liberando todos esos nervios que se habían acumulado. Cuándo las risas cesaron sus miradas conectaron una vez más, haciendo que el azabache sonriera de lado con pena y sus ojos huyeran de su mirada, gesto que hizo al moreno sacar esa sonrisa de pendejo enamorado que ponía siempre que se trataba de Hiro.

Volvió a acercarse de forma lenta rompiendo la corta distancia que aún mantenían y fue el de tez clara quién terminó por unir sus labios una última vez, en un beso más dulce que ningun otro, uno que ya no era entre amigos, uno que sellaba lo que se habían declarado ese día el primer beso que se daban como pareja.

💜❤️

Alaaaaa  a que no se esperaban eso!
Jajaja disfruten qué los bebés ya son novios, enseguida volvemos a la programación habitual(?

Lors~*

Friendzoneame esta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora