Capítulo 17

470 47 16
                                    

El cielo gris casi oscuro y los terribles vientos huracanados se podían sentir incluso dentro de aquel lugar oscuro que se suponía era una especie de fortaleza que tenía como objetivo resguardar a la gente en su sólido interior.

En medio de una brumosa oscuridad donde no se podía ver más allá de su propia nariz yacía un niño en un estado casi muerto.

¿El siquiera pensaba en ese punto?

Simplemente esperaba aquella luz y ese hombre aterrador con una cara extraña que iba a el con un cesto de comida cada día. Era lo único que podía hacer, después de todo también traería una vela consigo que entendería para el, una vela que lo alumbrará el resto del tiempo hasta que se acabe y todo volverá a ser oscuro. Simplemente espera con la mente en blanco a espera de la luz en medio de la oscuridad.

Se oyen pisadas fuertes.

Un chirrido estridente resuena por la habitación.

Cuando la luz que trae consigo alumbra todo y a si mismo la misma luz lo deslumbra, obligándolo a cerrar los ojos con fuerza. Una vez sus ojos pueden ver con la luz puede ver a ese hombre con la canasta y la luz, pero su lado hay alguien más. Alguien más pequeño pero igualmente tiene algo extraño en la cara. Una mascara blanca, no tiene una boca como el hombre, simplemente un par de ojos y figuras hermosas que le son familiares. Lindos dibujos de colores.

¿Quien... es el? ¿Qué esta pasando?

Pensó mientras había un intento por levantarse del suelo y mirar mejor. El hombre avanza y deja el canasto frente a el como lo hace todos los días, enciende una vela remplazando la anterior ya usada e inutilizable, incluso si no dice una sola palabra todo lo que hacía aquel hombre hacia algún ruido que normalmente escucharía y serviría para que el Pensara en eso antes de dormir. Pero frente a el estaba aquel extraño.

El niño rubio lo miro como si fuera un ente superior. Miro los colores en sus ropas que estaban vivos en comparación a los grises del hombre que venía a verlo cada día. Aquel azul marino casi puro con extraños dibujos en sus bordes, nada feos debía admitir. Los pies del extraño eran así mismo de un tono café que los panes que comía. Con vacilación miro directamente a donde deberían estar los ojos del extraño.

La pesadilla que se repetía cada día había comenzado a cambiar.

El extraño mi miro ladeando de vez en cuando la cabeza como si el fuera una novedad o digno de ser visto. Sin poder evitarlo casi por instinto bajo la cabeza queriendo llorar.

"Dime tu nombre" una voz calmada y extrañamente dulce emitió la persona frente a el.

Pero había pedido su nombre, el lo pensó, estaba en la punta de su lengua pero no dijo nada. Con un sentimiento familiar de miedo se dio cuenta de que no recordaba cual era su nombre. Muy consiente de que ya no era capaz de recordar más allá de imágenes de un lugar cálido con las que en buenas noches soñaba que recorría, se sintió mortificado cuando se dio cuenta de que incluso su nombre se perdió.

"¿No lo sabes?" La otra pregunta que le hicieron lo hicieron estremecer "Que lamentable".

Fue entonces que el extraño hizo un movimiento y se agacho, algo similar a una respiración fuerte salió de el. Mirando hacia el, el rubio tembló. de sus bolsillos saco algo que extendió frente a el.

Tratando de huir de la Muerte [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora