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Las cuatro serpientes se encontraban desayunando, sin embargo, los acontecimientos pasados hace algunos días seguían rondando por la cabeza de Zoe. Mientras el nuevo "profesor" de DCAO reprendía a Draco ella había entrado a su mente tan fácilmente conociendo así la verdadera identidad del mago bajo los efectos de la poción multijugos, Barty Crouch Jr. Era un mortifago, por lo tanto, es el seguidor del que su hermano le había informado.
—Tendré que ayudarle de ser necesario...—habló para sí misma.
Negó lentamente sin preocuparse por devolverle la mirada.
En los pocos días que habían pasado Zoe logró conocer un poco más de sus "amigos", Draco siempre lanzaba comentarios ácidos cuando se cruzaba con los leones, sin embargo, su actitud era bastante diferente en cuanto se encontraban únicamente los cuatro, era un adolescente común y corriente que reía con sus amigos.
Blaise Zabini, decía ser el "alma de la fiesta", siempre tenía algo divertido que decir y siempre parecía de buen humor, pero está claro que esa actitud esconde una vida un poco difícil en casa.
Theodore Nott era el más calmado de los tres, parecía imperturbable y podía pasar fácilmente desapercibido. Pero hay que ser cuidadosos junto él, su paciencia es bastante grande, sin embargo, en cuanto esta se rompe podrías terminar muy mal parado, o muy mal herido.
Zoe sabía cual era su principal objetivo dentro de ese castillo, vigilar a Potter y ayudar a Barty a cumplir con su misión ordenada por su hermano, pero nada le impedía comportarse como una adolescente, después de todo ella había despertado para recuperar todo aquello que le fue arrebatado y ser una chica "común y corriente" era una de ellas.
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Los cuatro Slytherin caminaban calmados hasta el aula de DCAO, una vez dentro escogieron asientos en medio de la clase sentándose en pares, Zoe junto a Draco y Blaise con Theo.
En silencio decidieron esperar a Moody, mientras los otros alumon llegaban apresuradamente a buscar asientos.
No tardaron en oír el peculiar sonido sordo y seco de los pasos de Moody provenientes del corredor antes de que entrara en el aula, tan extraño y aterrorizador como siempre. Entrevieron la garra en que terminaba su pata de palo, que sobresalía por debajo de la túnica.
